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La génesis de un amor marcado por la violencia y la muerte
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Enis González conoció un amor de «última noche», que se convirtió en su verdugo por 15 años.
Enis se deriva del nombre Ennis, de origen celta, que significa “isla”, y Carolina proviene del latín medieval Carolinus, derivado de Carolus y significa «mujer fuerte y valerosa».
Con ambos nombres fue bautizada la niña que había nacido en la ciudad de Coro, estado Falcón, un 30 de abril de 1993.
Enis Carolina González González era la primogénita, la mayor de tres hermanas, criada en una familia humilde, habitante del sector Zumurucuare de la misma ciudad.
Foto/Cortesía
Conocida con el apelativo de “la Negra”, estudió la primaria en la escuela Julio César Parra, ubicada en el referido sector, donde alcanzó su primer peldaño académico al ser promovida a la etapa de bachillerato.
Pero al iniciar los estudios del bachillerato, los cuales “la Negra” cursó en el liceo Alberto Furzán en el sector Cruz Verde de Coro, no solo comenzaba una nueva etapa educativa que incluye nuevo horario y compañeros de clases, diferentes profesores y diversas materias.
También estaban los cambios propios de la adolescencia, en estos la parte física y emocional; esta última con mucha influencia por la fase del noviazgo.
Un amor de “última noche”
Y precisamente a sus 13 años “la Negra” descubre esa faceta de enamoramiento, luego de conocer a Rómulo Antonio Valero Argüelles, quien para ese entonces tenía 23 años.
Valero Argüelles, conocido con el apelativo de “Momo”, también era oriundo de Coro, nacido un 9 de junio de 1984, siendo el segundo de 7 hermanos.
El vínculo amoroso entre aquella adolescente, a la que le faltaban dos años para llegar a la “edad de la primavera”, y el joven a dos años para conquistar la “edad dorada”, se dio al coincidir en la última noche del novenario de una tía de la mamá de “la Negra”.
Las familias de “Momo” y “la Negra” se frecuentaban como vecinos que son del sector Zumurucuare y, por el amorío entre los jóvenes, afianzaron los lazos de familiaridad; luego de tres años de noviazgo, la pareja confirmó la espera de su primer bebé y, en simultáneo, la futura madre recibía su título de bachiller.
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El hogar y la familia prioridad
Como los jóvenes ya comenzaban a construir la familia Valero González, “la Negra” no ingresó a la universidad y decidieron que “Momo” se mudara a la casa de la familia González González, y al igual que su madre tuvo como primogénita a una niña.
Posteriormente, ambas familias construyeron una casa vecina a la de la familia González González, a la cual se mudan “Momo” y “la Negra” junto a su pequeña, quien recibe la llegada de su primera hermanita al cumplir dos años.
Ella estaba dedicada a los oficios del hogar y ejerció labores como ayudante en ventas de comidas, así como en un cyber y también como camarera en un hotel. Mientras tanto, “Momo” realizaba trabajos de albañilería (hacía adobes) y cosía zapatos.
Sin embargo, como dice el dicho “No todo es color de rosa y esta tiene espinas”. Y es que una vez que “Momo” y “la Negra” empezaron a convivir, este mostró actitudes violentas y posesivas acompañadas por celos.
Aun así, ella no se atrevía a dejarlo y, cuando sus hijas tenían 5 y 3 años respectivamente, reciben a su tercera niña. No obstante, las conductas de “Momo” no cambiaban, todo lo contrario, era más agresivo.
El maltrato, un secreto a voces
Según lo relatado por Lula Argüelles, madre de “Momo”, a través de una entrevista con el equipo reporteril de Nuevo Día: “Siempre me la llevé bien con ‘La Negra’, para mí era una hija más, la madre de mis nietas. Y si ellos llegaron a tener sus problemas de pareja, era entre ellos, en su casa, porque ni ella ni mi hijo nunca me contaron nada”, aseguró.
Por otra parte, durante las entrevistas sostenidas con la familia de “la Negra”, su hermana Josmari González afirmó: “‘Momo’ siempre maltrató a ‘la Negra’, pero como todos vivíamos juntos, delante de nosotros sostenían discusiones; ya en las noches cuando nos dormíamos, él aprovechaba y la golpeaba”.
González acentuó que los celos y la obsesión de “Momo” hacia su hermana se fueron agravando, al punto de que él muchas veces la buscaba donde estuviera trabajando y la insultaba; había días en que le rompía los zapatos como una forma de evitar que ella saliera y en otras oportunidades la llegó a maltratar en la calle.
Foto Principal/Cortesía