El aumento de la superficie destinada al cultivo de coca y la contaminación que provoca la producción de cocaína, un fenómeno que la ONU denomina “narcodeforestación”.
Situaciones que junto a las operaciones de tala ilegal o minería ilegal en la que se han embarcado la mafias de la droga, amenazan el ecosistema del Amazonas.
“Las organizaciones dedicadas al narcotráfico siguen ampliando sus operaciones, que han llegado a abarcar la minería ilegal, la tala ilegal y el tráfico de fauna y flora silvestres”.
Señala la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) en su informe de drogas del año 2023.
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Ese organismo de la estructura de la ONU denuncia que el nexo entre el narcotráfico, los crímenes medioambientales y delitos como la extorsión, genera el fenómeno.
Junto al el fraude, el trabajo forzado o los homicidios amenazan a la selva y a sus habitantes, especialmente a los pueblos indígenas.
La JIFE denuncia que son víctimas de desplazamientos forzados, envenenamiento por mercurio y una mayor exposición a la violencia.
La ONU fija su vista en las regiones afectadas
En su informe menciona que en Ecuador, el deterioro del medioambiente y la degradación de los recursos naturales por el cultivo de coca.
También la producción de cocaína amenazan ciertos medios de subsistencia, la recogida de moluscos y la pesca de cangrejos, en la frontera septentrional con Colombia.
“Esa situación podría empujar a las poblaciones vulnerables de la zona a participar en la economía ilícita. Por ejemplo practicando el contrabando de cocaína o de gasolina subvencionada para los traficantes de cocaína en el departamento de Nariño (Colombia)”», señala la JIFE.”.
En los Andes la expansión del cultivo ilícito de coca ha causado una importante deforestación, la degradación del suelo y pérdida de diversidad de flora y fauna.
Un fenómeno que va en crecimiento
Igualmente, en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú se concentra una intensa actividad ilícita de deforestación.
Esta impulsada por el comercio ilegal de madera y por el narcotráfico.
En América Central o en México, el cultivo o el tráfico de drogas convergen también con la tala ilegal o el comercio de fauna o flora silvestres.
De hecho, la JIFE indica que hay estudios que apuntan a que el narcotráfico en Centroamérica puede promover la deforestación mediante prácticas ilegales de control del capitales y de la propiedad de la tierra.
Estas generan un daño medioambiental incluso mayor que el de la actividad directa de las redes de narcotráfico.
Con información de EFE
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