Yulimar Rojas logra su tercera medalla de oro consecutiva en el Mundial de Atletismo con su salto de 15.47.
Triple salto, triple oro. Esta vez no hubo récord mundial en una gran cita, pero sí un triunfo que convirtió a la venezolana Yulimar Rojas en tricampeona.
Y un público que le rindió pleitesía a su espectáculo.
Yulimar Rojas se apoderó de su tercer oro consecutivo en un Mundial de atletismo el lunes, al ganar la final con un salto de 15,47 metros, lejos de los récords del orbe que había impuesto durante sus últimos dos grandes eventos: los Juegos Olímpicos de Tokio el año pasado y el Mundial bajo techo efectuado en Belgrado recién en marzo.
“Tercer título mundial. Ha sido un día bonito”, dijo Rojas. “No te voy a decir que ha sido uno de mis mejores días de competencia porque no ha sido de esa forma, pero he dejado un buen registro. Sí es verdad que no la siento de esa forma en que sentí el Mundial de Belgrado, que lo hice con un récord, pero es muy especial, porque esta ciudad me trae muy buenos recuerdos”.
Fue en Portland, a un par de horas de Eugene en automóvil; donde Rojas obtuvo su primer título relevante en esta prueba, en el Mundial bajo techo.
Desde entonces no ha dejado de volar.
Superada la incertidumbre
La venezolana de 26 años, había generado incertidumbre en la antesala del Mundial, tras perderse la reunión atlética del mes pasado en Madrid, debido a una lesión en el psoas ilíaco de la pierna izquierda.
“Vengo de una preparación corta. Me sobrepuse al tiempo, a la lesión, a lo que se interpuso en el camino para poder conseguirlo, y creo que éste es un premio a la constancia, a la voluntad y a creer que sí se puede lograr esto que he conseguido hoy”, manifestó.
Después de la lesión, Rojas prácticamente no habló con la prensa.
Pero en la pista del Hayward Field fue más que expresiva. Y si en las semanas anteriores la había tapado un velo de misterio, lo único que la cubrió en la tarde soleada y ventosa, cuando hizo su arribo al carril de saltos del Hayward Field fue la caperuza de su sudadera.
En cuanto se le presentó con una ovación atronadora, se descubrió la cabeza, dejando ver su cabellera teñida de oro. Más tarde, se encargó de conseguir una presea que hiciera juego con ella.
La reina del salto largo
La saltadora nacida en una vivienda humilde de la pequeña localidad de Pozuelos frente al Caribe, tiene ahora un cetro que se suma a los obtenidos en los Mundiales de Londres 2017 y Doha 2019.
Superó así los dos oros que obtuvo la colombiana Caterine Ibargüen, su antecesora en el trono mundial del salto triple. Nunca antes una mujer se había coronado tres veces en el salto triple de un Mundial.
“Me siento feliz porque estoy ya en mi mejor forma física, porque el trabajo ha salido, porque las cosas están fluyendo de buena manera y sobre todo porque hemos cumplido con lo que vinimos hacer aquí, que era conquistar la medalla”, expresó Rojas.
La máxima estrella latinoamericana del atletismo se colocó a la cabeza con su primer salto, de 14,60. La jamaiquina Shanieka Ricketts la superó en esa primera ronda, al alcanzar una distancia de 14,89.
“En el primer salto me sentía un poco tensa, porque ya saben que venía de una lesión… Tenía que encontrarme a mí misma, encontrar sensaciones, encontrar mi ritmo”, reconoció la plusmarquista de 26 años.
No tardó mucho en hallar todo eso, y dejó claro quién mandaba, con un salto de 15,47. Y nunca estuvo en desventaja de nuevo.
A partir de ese momento, sus esfuerzos se concentraron en la búsqueda de un mejor registro que la acercara quizás al de 15,74 metros que estableció en la capital serbia, donde rompió el 15,67 que ella misma había fijado en Tokio para protagonizar un momento mágico del olimpismo, pese a que no había público por la pandemia.
La falta de entusiasmo en el graderío no fue un problema el lunes. Rojas se encargó de azuzarlo desde que se quitó esa capucha. Gritó, agitó los brazos, aplaudió.
Y desde luego venció a sus rivales.
El viento en contra
La algarabía continuó en la zona mixta. A la menor provocación de los entrevistadores de la televisión, Rojas saltaba y danzaba, como suele hacerlo en las redes sociales o en los festejos de sus triunfos junto a la fosa de aterrizaje.
“¡Claro que hay baile!”, exclamó.
En su tercer intento, Rojas saltó a una distancia de 15,24. El siguiente, que parecía estupendo, se invalidó por el viento.
“Fue el salto más largo, era un salto increíble”, lamentó. “Fue en donde cogí el viento de la mejor manera, estaba muy cambiante y eso me desconcentraba un poco… hoy hacía un poco de frío, hacía mucho viento, y no encontraba la mejor carrera de impulso”.
Tal vez por esa desconcentración, en su quinta ejecución cometió una falta.
En las dos ocasiones anteriores en las que había implantado récord, Rojas lo logró en su sexto y último intento. No esta vez. Se llevó las manos a la cabeza al descubrir que había quedado sólo en 15,39.
La plata fue para Ricketts, con aquel primer salto que la colocó momentáneamente en la cima, y el bronce fue para la estadounidense Tori Franklin, con 14,72.
Con información de Associated Press