Tienes que saber que todas las personas somos unos fantásticos amantes en potencia.
¿Qué hay que tener en cuenta para ser un buen amante? La respuesta rápida, tal vez, sería dejar de hacer tantas cosas, controlar menos, sentir más y ser tú. Porque hacemos demasiado para demostrar que lo somos, y precisamente quien lo es, sabe que los grandes amantes no necesitan demostrar nada.
Tienes que saber que todas las personas somos unos fantásticos amantes en potencia. Para lograrlo hay que tener en cuenta una serie de reglas y ponerlas en práctica.
Aquí te contamos las cinco reglas para ser un amante potencial. Comenzamos:
1. Valorar los cuidados
La responsabilidad afectiva se basa en el respeto, los cuidados, en la empatía, o comprender que todas nuestras acciones tienen repercusiones sobre el otro y la asertividad; una comunicación efectiva basada en los afectos y cuidados.
Un gran amante, por tanto, siempre mantiene relaciones consentidas, consensuadas y deseadas por todas las partes.
Los mejores amantes saben “detenerse” para escuchar las necesidades de la relación y pregunta si duda sobre el cumplimiento de esa corresponsabilidad afectiva.
Los malos amantes ven objetos de placer donde hay humanos.
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2. Adiós a los protocolos
Ninguna relación humana es una tabla de ejercicios, ni se puede aplicar el mismo método en contextos variables. La rutina es positiva y necesaria para hacer descansar la creatividad, pero lo mucho cansa y lo poco agrada.
A veces en el sexo, como en el resto de áreas de la vida, menos es más. Y no me refiero a que nos quedemos parados y la otra persona descubra que se lo va a tener que trabajar a solas porque hay un tronco en su cama, ¡no! Sino que hay que hacer, sí, pero de otra manera y desde otra motivación. Pues hacer más nunca significó hacerlo mejor.
No consiste en agasajar o halagar, calentando la oreja, sino considerar al otro como un igual. Una persona con sentimientos, merecedora de amor, del tipo que sea, y place. Con sus puntos fuertes y habilidades pero también con su torpeza, ilusiones y miedos. Vulnerable, como tú. Un ser más allá de un cuerpo.
3. Jugar sin juzgarte.
Para ser un buen amante hay que reciclarse y despojarse primero de las creencias y a continuación de la ropa.
Nos han invadido con modelos y estrategias de seducción que se alejan dramáticamente de la esencia del amante “perfecto”.
Nos cuentan que el éxito sexual cuesta, que requiere un entrenamiento y un rendimiento agotador. Pero no; aguantar mucho, tener un físico determinado o hacerlo todo requetebién, no te asegura ser un amante de 10.
Además, serlo es subjetivo, así que ser bueno o malo es una percepción mutable.
Estar encima o debajo del otro solo sirve para organizarse con las posturas. Para todo lo demás, relaciones horizontales y nada de jerarquías. Saca de la cama los juegos de poder; salvo que os guste la dominación y sumisión, claro.
4. Cero exigencias
No ese trata solo de generar placer a la otra persona o hacerle sentir bien, sino saber conjugarse para conseguir un clima propicio y que ambos disfruten y se sientan bien.
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No necesitas aprender estrategias de seducción, seduce siendo tú. Eres único y mostrarse como tal es sexy, para algunos.
La gente que se quiere, quiere mejor, aunque sea para un ratito. Acepta tu vulnerabilidad. No necesitas ser un sabelotodo, ni siquiera empotrar, para ser un gran amante.
Así que, por mucho Kama-Sutra que te sepas de memoria y puedas practicar con la agilidad de una contorsionista, puede que sigas siendo un amante mediocre, si no hay más que ofrecer.
No hay que alcanzar metas como el coito o el orgasmo. Los mejores amantes no son proveedores de orgasmos, porque los orgasmos son de quien los siente, pero sí facilita que se puedan conseguir, sin buscarlo como fin último.
Retrasar o, incluso eliminar el orgasmo de la ecuación, suele potenciar la excitación y conseguir encuentros más placenteros.
5. Permite la sorpresa
Escúchate. Los mejores amantes son conscientes de su sexualidad, sus deseos, preferencias y también de sus miedos. Abrazar la incertidumbre no es sencillo, pero nos ofrece la posibilidad de sorprendernos y disfrutar, incluso, de los momentos en que las cosas no salen tan bien.
La necesidad de control en las relaciones sexuales suele estar presente. Esto nos hace sentir vulnerables, empujándonos a activando el hipercontrol. Para evitarlo, resulta de gran ayuda la práctica del mindfulsex.
La hipervigilancia en un pase directo a la disfunción, ya sea del deseo, la excitación o del placer, dificultando que alcancemos el orgasmo.
Ser un gran amante es entender que los errores no son fracasos o que liberar una flatulencia forma parte de la vida y pone a prueba nuestra capacidad de frustración; cuestión importante.
Tomado de elmundo.es