El síndrome de piernas inquietas (SPI), un trastorno neurológico que afecta entre el 4 % y 29 % de la población adulta, permanece frecuentemente sin diagnosticar, según expertos de Harvard y Yale.
La directora de la Fundación del SPI, Karla Dzienkowski, vivió esta realidad cuando su hija de 11 años tardó tres años en recibir un diagnóstico correcto tras sufrir fatiga crónica y bajo rendimiento escolar.
Los especialistas describen el SPI como una molestia irresistible en extremidades (hormigueo, dolor o sensación de arrastre) que empeora en reposo y mejora con movimiento.
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El doctor John Winkelman del Hospital General de Massachusetts explica que la genética y los niveles bajos de hierro son factores clave, por lo que es el doble de común en mujeres.
Aunque se asocia con adultos, casos como el de la hija de Dzienkowski demuestran que los niños también pueden desarrollarlo.
Para manejar los síntomas, los médicos recomiendan primero suplementos de hierro si hay deficiencia y cambios como evitar alcohol. Cuando esto no basta, medicamentos como gabapentina pueden ayudar, aunque los tradicionales agonistas de dopamina ahora se usan menos por riesgos de empeoramiento.
Con información de Venezolana de Televisión