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miércoles, diciembre 11, 2024

Culpa ajena

“no enrostreis a tu prójimo el motivo de tus propios pecados”
San Agustín


Eso de aspirar a desquitarse con los demás no es nada nuevo. Siempre hubo quien buscar hacer descansar la culpa en otros.

     Semejante actitud no se explica sólo por su egoísmo recalcitrante. Tal vez haya también una especie de tendencia a un deshago sádico.

      La gente traduce ese comportamiento diciendo que consiste en lanzarle la pelota al vecino.

    La verdad es que de todos modos resulta una evasión de la responsabilidad.

     Muy pocos asumen esa responsabilidad con la entereza característica del hombre culto. Es allí donde radica el problema.

     No somos partidarios de reducirlo todo a una cuestión de orden cultural. Muchos son los factores que pesan sobre las posibilidades de comportamiento del ser humano. Lo que no podemos negar es que el ambiente toma un marco de formación ineludible. En ese marco de referencia está la cultura.

     La cultura es todo lo que hacemos y desarrollamos. Lo que pensamos. Lo que proyectamos. Nl es ( exclusivamente) el bloque de manifestaciones más elevadas de la literatura. Ni de las artes. Ni de la ciencia. Ni de la filosofía.

     En ese complejo de elementos constitutivos de la cultura asuman igualmente los hábitos. Como la moral. Como la solidaridad social.

      Una persona suficientemente impregnada de todos esos rasgos de la cultura, no comete la alevosía de fugarse de sus responsabilidades. No recurre a las argucias de trasladar a los demás a aquello por lo cual debe responder.

     Por todas estas razones es muy difícil aceptar que los que cumplen funciones de dirigencia nacional “escurran el bulto”.

     Se evade la responsabilidad cuando voceros del gobierno sin escrúpulos algunos, atribuyen la culpa de sus responsabilidades, dislates y desaciertos, a los participantes del gobierno de hace 23 años atrás.

     Igual los partidarios de las diversas vertientes opositoras al acusarse mutuamente de no poder concertar un acuerdo unitario que pueda cambiar el rumbo de tanto desatino actual en la conducción del país.

    Se evade el bulto cuando impúdicamente de lo que sucede se trata de acusar al pueblo. EL pueblo es un colectivo imposible de precisar. Es lo que en Filosofía se denomina como entelequia. No porque el pueblo sea en si una entelequia. No porque el pueblo sea en si una colectividad abstracta. Es porque quien juega a esas acusaciones procura ofrecer una imagen metafísica de la colectividad.

    ” Ese es el pueblo. Así es el pueblo. El pueblo no tiene remedio.”

      Son expresiones con las que cualquiera se siente autorizado a quedar exento de culpabilidad.

    No se recoge la basura porque el pueblo ensucia demasiado. Porque ” el pueblo es así”.

      Se arguye en no menor grado que la crisis del transporte público no se arregla porque el pueblo es así. Y preguntamos ¿ como que es el pueblo? La respuesta surge violentamente como otro burladero más. El pueblo es desordenado. El pueblo es arbitrario. El pueblo es “atenido”. El pueblo es “bochinchero”.

     En lo que el pueblo sea bochinchero sale a relucir hasta el Generalísimo Francisco de Miranda ¿porque? Muy sencillo. Ante la derrota sufrida por el Generalísimo que lo obligó a capitular en 1812, no le quedó más camino que señalar la justificación de la acusación al pueblo. Gritó el Generalísimo que su fracaso se debía al “bochinche” venezolano.

      No se ha necesitado llegar a Generalísimo para imitar a Miranda en esa falsedad.

     No hay ahora quien no atribuya al pueblo “bochinchero” no lograr algo en una frustrada gestión burocrática..

      Que escasean algunos de los productos básicos de la dieta básica. Muy sencillo. No habrá funcionario que afirme  que no ha sido por falta de créditos agrícolas. Ni por falta de insumos o equipos oportunos. La solución es más fácil de lo que uno se imagina. Faltan esos productos porque el pueblo es flojo. Es que el pueblo no le gusta trabajar. Es perezoso.

     Por ese camino es siempre, el pueblo carga con la,”descarga” del sector oficial.

     Que se abusa criminalmente en el alza del costo de la vida. No es que la supervisión y control a favor del consumidor ha bajado al mínimo. No es que se quiere liquidar el criminal monopolio de las “roscas”. Lo que se argumenta es que el pueblo es así ¿como? Muy simple. Es que el pueblo lleva su indolencia hasta no molestarse en denunciar y protestar. Y quien lo dice satisface la necesidad de esconder las verdaderas causas de la inicua explotación que sufre ese mismo calumniado pueblo venezolano.

     Se ha llegado a afirmar que el costo elevado de la vida se debe a que la mujer venezolana no está suficientemente preparada para protestar. Ni sabe administrar la casa. Así se pretende enmascarar la incompetencia e incapacidad manifiesta.

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