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sábado, abril 27, 2024

De lo sencillo a lo espectacular


Estricto pero flexible, indomable pero blando, orgulloso mas no impetuoso, soñador pero realista y tan humano que saber que ya no está es un vacío imprudente en una sociedad acostumbrada a lo banal y de poco valor. 

A su lado y al de Aída, su reina y musa, era difícil estar ocioso pues una idea hacía movilizar proyectos y horas eternas de trabajo y lo mejor es que hasta el cansancio se celebraba. 

Fue sin duda un editor presidente sacado de un capítulo de Bonanza o del Llanero solitario porque una vez iniciado el trote era imposible parar y por eso más de uno “dejó el pelero” antes de sentir el olor a tinta recién impresa de aquel hijo recién nacido de la unión del cyan, magenta, amarillo y negro que él celebrada con esos ojos verdes saltones y su carcajada que inundaba el breve espacio en el que ya no está.

De lo sencillo
Oswaldo García, editor-presidente de Nuevo Día. Foto/Archivo

Su sello distintivo frente a muchos editores venezolanos fue su venezolanidad traída desde Valle de la Pascua, paseada por Maracaibo y consolidada en ese anchuroso mar donde me confesó que al llegar supo que allí estaba su vida, su obra y su legado.

Falcón le abrió sus brazos y él le correspondió con aportes divulgando el amor de los extranjeros a través de Gente de Aquí, plantando la semilla de Ecoescuela, Fundación Nuevo Día en la que Aída tiene un capítulo aparte que contar y que fue su espacio de crecimiento editorial para confabularse no solo en ese amor que nació en Maracaibo sino en ese rol editorial que los dos cumplieron con compromiso antes de ella partir un poco antes.

Oswaldo Celestino García hizo un modelo nuevo de gerenciar imperturbable, vulnerable y valiente en el que el ser humano estaba primero incluso si iba en contra de sus ideas. Nunca dejó de conciliar y reconciliar. Hasta de perdonar lo imperdonable y aún en los momentos más duros apostó por lo bueno, lo puro y simple, lo constructivo, lo chévere, lo “ESPECTACULAR” como solía destacar los humildes esfuerzos de quienes estábamos bajo su guía.

Donde esté, sonríe al saber que de nuevo se ha salido con la suya. Irse sin aspavientos, pero dejando la huella más imborrable de un periodismo que lo daba todo por construir y cuyo reto debe seguir vigente.

Texto: Isvelys Bracho

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