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miércoles, diciembre 4, 2024

Dormir menos de cinco horas por día aumenta el riesgo de sufrir depresión


Se sabe que dormir mal puede debilitar el sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a los virus; aumentar el riesgo de lesiones durante los entrenamientos intensos y puede alterar las hormonas que regulan el apetito.

Pero también puede afectar el funcionamiento mental, ya que cuando la calidad del sueño es insuficiente, el organismo no descansa.

La Fundación del Sueño de los Estados Unidos lo señala de manera clara: la falta crónica de sueño puede provocar ansiedad, depresión e irritabilidad.

Este estudio sienta una base importante para futuras investigaciones sobre la intersección de la genética, el sueño y los síntomas depresivos. Foto/Cortesía

“Dormir es un proceso por el cual nuestro cuerpo recupera energía, se eliminan desechos que se acumularon durante el día. Se regulan hormonas, se refuerzan las defensas y, además, se consolida la memoria”, afirmó la doctora Agustina Furnari, miembro de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni.

La recomendación es dormir al menos siete horas. Dormir bien, en calidad y cantidad de horas, es crítico para la salud: impacta en la memoria, concentración, niveles de energía y rendimiento físico, precisó la especialista en Nutrición y Diabetes Marianela Aguirre Ackermann.

El sueño y la enfermedad mental

Ahora, un nuevo estudio investigó el vínculo entre el sueño y la enfermedad mental y encontró que el efecto es más amplio y complejo.

Publicado en la revista Translational Psychiatry, la investigación analizó datos de personas con una edad promedio de 65 años y encontró que dormir poco estaba asociado con la aparición de síntomas de depresión.

Los investigadores también descubrieron que las personas que tenían mayor predisposición genética a la depresión no padecían una mayor predisposición genética a dormir poco. Foto/Cortesía

La autora principal Odessa S. Hamilton, del Instituto de Epidemiología y Atención Médica de la University College London (UCL) dijo: “Tenemos este escenario del huevo o la gallina entre una duración subóptima del sueño y la depresión; con frecuencia ocurren simultáneamente, pero qué sucede primero está en gran medida sin resolver. Usar la susceptibilidad genética para enfermedad determinamos que el sueño probablemente precede a los síntomas depresivos, y no al revés”.

Los investigadores utilizaron datos genéticos y de salud de 7.146 personas reclutadas por el Estudio Longitudinal Inglés sobre el Envejecimiento (ELSA), un informe de población representativo a nivel nacional en Inglaterra. Descubrieron que las personas con una mayor predisposición genética a dormir poco (menos de cinco horas por noche) tenían más probabilidades de desarrollar síntomas depresivos en 4 a 12 años.

Sin embargo, las personas con una mayor predisposición genética a la depresión no tenían una mayor predisposición genética a dormir poco.

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En palabras de Olesya Ajnakina, también de la UCL: “Las duraciones cortas y prolongadas del sueño, junto con la depresión, contribuyen a la carga de salud pública y son altamente heredables”.

Con información de Infobae

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