Dentro de la lucha por recuperar y sanar a Jhoangel de las secuelas del bullying y la xenofobia, Saraí Alvarado quiere mantener alerta a los padres con estos temas, según su experiencia.
Ya pasaron 40 días desde que Jhoangel Jesús Sambrano Alvarado de 11 años de edad vivió lo que significa la xenofobia y el bullying en Perú. Su mamá recuerda con dolor lo sucedido.
La familia Sambrano Alvarado es venezolana y ya está en el país con Jhoangel; el pequeño aún enfrenta las secuelas que le dejó la golpiza recibida por un compañero de clases en el colegio Víctor Raúl Haya de la Torre en el Distrito Puente Piedra en Lima.
Los planes de la familia no era regresar aún, pero lo sucedido con su hijo mayor fue suficiente para decidir el regreso a Venezuela, después de cuatro años.
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Perú, un escape a la crisis
Saraí y su esposo eran funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB); en el 2018 emigraron a Perú y dejaron a sus tres hijos con la abuela materna.
“Salir de Venezuela a trabajar no es fácil”, así recordó la madre de Jhoangel, Saraí Alvarado, sus primeros días en Perú, pero sus planes de reencontrarse con sus hijos y madre la impulsaron a soportar los inconvenientes, y lograr enviarles el dinero para encontrarse con ellos.
El trabajo para la joven pareja era duro; como inmigrantes tuvieron que vender dulces en camionetas, café en las calles y hasta hacer trabajos en la construcción.
Este esfuerzo dio sus frutos y en diciembre de 2018 tenían un pequeño negocio. Saraí atendía a mujeres para servicio de manicure y pedicure, y finalmente reunió el dinero para llevarse a sus hijos a Perú.
Mejor promedio en Perú
A Jhoangel, su hijo mayor, le costó sus inicios en la escuela, sin embargo, el interés y propósito por sus estudios estaban claros: al poco tiempo se adaptó, aún cuando la xenofobia era un tema difícil de comprender para el menor. “Mi hijo fue el mejor promedio durante cuatro años”, destacó Saraí.
“Los niños no querían hacer grupos con los venezolanos”, dijo Saraí, quien al conocer esta situación desde el relato de Jhoangel le causó mucha tristeza reconocer que la xenofobia también atacaba a niños venezolanos en Perú.
Pero Saraí decidió acudir de inmediato al colegio para que esto no perjudicara las calificaciones de su hijo.
Jhoangel y otra compañera venezolana se encargaban de las asignaciones grupales; los niños peruanos seguían negándose a compartir tareas con venezolanos, dijo Alvarado.
Sin embargo, el rendimiento estudiantil de Jhonagel se mantuvo, y durante cuatro años su promedio lo hizo estar entre los primeros lugares de los más destacados estudiantes; por ello, lo designaron como el delegado de curso, un cargo que en cumplimiento de sus responsabilidades le costó la golpiza de un compañero de clases.
La violencia tras la pandemia
Saraí recalcó que aunque fue muy doloroso salir así de Perú, su estadía en este país le permitió conocer a gente buena y trabajadora, pero después de la pandemia el panorama en la escuela cambió.
El tema de la violencia en las escuelas resonaba mucho en estos espacios después de la pandemia y Saraí alertó a su hijo al respecto para evitar problemas.
Sin embargo, Jhoangel se cuidaba mucho de tener problemas en clases, se dedicaba solo a las clases; “Siempre le recomendamos evitar la violencia”.
No olvidemos lo sucedido
Dentro de la lucha por recuperar y sanar a Jhoangel de las secuelas del bullying y la xenofobia, Saraí quiere mantener alerta a los padres con estos temas, según su experiencia.
“La xenofobia y el bullying existen y no es juego, pero nunca me imaginé que lo enfrentaríamos nosotros”.
Entre llantos recuerda cada segundo vivido después del pasado 21 de abril y que espera superar.
Ese día, recogió a Jhoangel en el colegio, notó sus ojos rojos y al preguntarle él solo le respondió: “Me siento mal mamá, me ha dolido la cabeza seguro es eso” .
Saraí solo le pidió a su hijo que descansará y le suministró unos analgésicos.
Pero pasaron las horas y los dolores de caabeza de Jhoangel persistían, por lo que decidieron llevarlo al médico.
En todas las visitas le refirieron que era problemas de cervical, sin embargo, nunca le recomendaron buscar la consulta con un neurocirujano.
La madre de Jhoangel repudió la indiferencia de los médicos cuando llevó al pequeño desde el primer día al hospital; “a pesar de tantos síntomas preocupantes lo enviaban a casa sin ningún estudio” .
Cuatro días después del primer dolor de cabeza, aparecieron los vómitos de sangre y la imposibilidad de comer y tragar; lo que alertó a los padres de Jhoangel y decidieron llevarlo al pediatra, quien tras las pesquisas con un RX lo refieren al neurocirujano
Tras varios estudios que le médico indicó ya tuvieron el diagnóstico: un derrame cerebral que a simple vista se evidenciaba que era causado por una esguince cervical.
El diagnóstico devino el relato de Jhoangel, quien hasta los momentos había mantenido en secreto lo que verdaderamente le sucedió: un compañero de clases que había llegado tarde y debía reportar su hora de entrada, lo que generó que lo agrediera brutalmente desde la espalda y delante de todos los niños en el aula.
“Mi hijo sentía fuertes dolores de cabeza, vómitos, desmayos y convulsiones”, destacó.
Secuelas de la golpiza
Actualmente el adolescente está en Venezuela con sus padres. Saraí refiere que está en condiciones estables, pero que los dolores y secuelas psicológicas que no lo dejan dormir, por lo que le indicaron consulta de psiquiatría para ayudarle.
A Jhoangel lo atacó un compañero de clases, quien molesto lo agarró por el cuello con una llave de asfixia le estiró la cervical y golpeó la cabeza, una acción que -a juicio de Saraí- el agresor siendo un niño no aprende solo, por lo que pidió más atención a los padres en los valores que inculcan en familia.
“Sufrimos mucho por lo sucedido, a veces cada día es peor que el otro, pero me siento orgullosa de la respuesta de mi hijo”.