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sábado, noviembre 23, 2024

Efecto de la falta de vitamina D

Un estudio realizado en Estados Unidos relaciona la deficiencia de vitamina D con un aumento del riesgo de adicción a los opioides.


La vitamina D es uno de los nutrientes para la salud de las personas. Ahora, un nuevo trabajo de investigación liderado por el Hospital General de Massachusetts (MGH) en Estados Unidos, ha puesto de manifiesto un posible efecto de la deficiencia de esta vitamina en el organismo; ya que podría provocar un aumento de la adicción a los opioides.

Así, las conclusiones del estudio sugieran que abordar la problemática de la carencia de vitamina D en la sociedad con suplementos económicos podrían contribuir a hacer frente a la actual adicción existente a los opioides, especialmente en el país estadounidense.

Este estudio está basada en una investigación anterior realizada en el año 2007, la cual llevó a plantear la hipótesis de que la búsqueda del sol por parte de los humanos está relacionada con la deficiencia de vitamina D.

Sería como una forma de incrementar la síntesis de la hormona en busca de la supervivencia desde épocas antiguas. Además, esa misma hipótesis sugería que la carencia de este micronutriente podría provocar que el organismo fuera más sensible a los efectos de los opioides, contribuyendo a la adicción de estos.

Comportamiento de la vitamina D

El doctor Laios V. Kemény, investigador de Dermatología del MGH, explica que «nuestro objetivo en este estudio era comprender la relación entre la señalización de la vitamina D en el organismo y los comportamientos de búsqueda de rayos UV y de opioides».

Lo más revelador es que llegado a un punto los investigadores condicionaron a los ratones con dosis modestas de morfina. Cuando se retiró la morfina, los ratones con déficit de vitamina D eran más propensos a desarrollar síntomas de abstinencia.

Por lo tanto, las conclusiones de este trabajo de investigación sugieren que la falta de vitamina D incrementa el comportamiento adictivo, lo cual fue respaldado por varios análisis adjuntos de registros de salud en humanos.

Concretamente, estos análisis complementarios mostraron que las personas con niveles bajos de vitamina D tenían un 50% más de probabilidades de consumir opiáceos con respecto a otras personas con valores normales de este micronutriente. Para aquellos con déficit grave, aumentaba el riesgo hasta un 90%.

Uno de los principales autores resalta que «nuestros resultados sugieren que podemos tener una oportunidad en el ámbito de la salud pública para influir en la epidemia de opioides».

En este sentido, sugieren que un tratamiento para la falta de vitamina D podría ofrecer una nueva forma de reducir el riesgo de OUD y aumentar los tratamientos existentes frente a este tipo de trastornos.

¿Qué son los opioides?

El Instituto Nacional de Abuso de Drogas de los Estados Unidos define los opioides como «una clase de drogas que incluye droga ilegal heroína, opioides sintéticos como el fentanilo o diferentes analgésicos a los que pueden acceder legalmente con prescripción medica los ciudadanos como la codeína, morfina u oxicodiana, entre otros».

Así, este nuevo estudio realizado en Estados Unidos determina que la deficiencia de vitamina D podría aumentar el riesgo de adicción a los opioides.

Y es que la falta de vitamina D es común prácticamente en todo el mundo. Todo ello a pesar de que sus principales fuentes son los rayos ultravioletas del sol, los alimentos y los suplementos vitamínicos.

Fuentes de vitamina D

La principal fuente de vitamina D para las personas son los rayos ultravioletas del sol. Es decir, la exposición de la piel de forma moderada a la radiación solar permite al organismo aumentar los niveles de esta vitamina mediante un complejo proceso.

En cualquier caso, la exposición a la radiación solar siempre debe ser moderada (entre 20 y 30 minutos al día), ya que la sobreexposición a loa rayos ultravioletas del sol puede provocar daños en la salud.

Por otra parte, también es posible subir los niveles de vitamina D de forma complementaria mediante la ingesta de determinados alimentos, como aceite de hígado de bacalao, pescados grasos, yema de huevo, champiñones, hongos, yogures, leche y productos lácteos.

Una última alternativa la conforman los suplementos vitamínicos. No obstante, esta opción únicamente es recomendable en caso de contar con la supervisión de un especialista en la materia.

Información de: TD

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