El privilegio del blanco no es simplemente una cuestión de vestuario, sino una de las tradiciones más exclusivas y simbólicas del protocolo vaticano.
No todos los días se ve a una reina vestida de blanco frente al Papa. De hecho, que una reina consorte se presente vestida de este color ante el Santo Padre no es un gesto estético.
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Sino una declaración cargada de historia y poder. Este domingo, durante la misa de inicio del pontificado de León XIV, solo algunas de las reinas presentes rompieron con el estricto negro del protocolo vaticano y lo hicieron por un motivo muy concreto: porque podían.
Este gesto, tan aparentemente simple como elegir el blanco, responde a una prerrogativa conocida como Le privilège du blanc (El privilegio del blanco), y tiene sus raíces en siglos pasados.
Actualmente, sólo unas pocas consortes ostentan este privilegio: la reina Letizia de España, la reina Paola y la reina Matilde de Bélgica, la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo y la princesa Charlène de Mónaco.
Con información de portales