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viernes, abril 19, 2024

Niños de la calle

” Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en el”. Lc. 18:17


Una de las promesas emblemáticas formuladas por el extinto Hugo Chávez Frías en su campaña electoral de 1998 al afirmar y jurar que en su mandato sería extinguida la triste realidad  en que viven de los niños de la calle.

     Es menester reconocer el gesto de buena voluntad que ningún candidato o Presidente de la República, mucho menos gobernadores o alcaldes alguno, hubiesen ofrecido como oferta electoral.

Lamentablemente frente al empeño que intentó con la creación de la Misión Niños de la calle, aprobada el 20 de Julio del año 2008, la buena voluntad quedó eclipsada y no solamente se extinguió y se acentuó el drama de los niños abandonados en condición de mendicidad, similar a la trama de la novela “Oliver Twits” (Charles Dickens). Entonces de lo que se trata  no es de buena voluntad, sino disposición en el actuar.

     También es obligante reconocer  que el agudo problema social no es solo de los gobiernos como responsables para confrontarlo, sino de toda la sociedad en su conjunto, pues cada día se enfrenta al crecimiento poblacional, aumentado en la clase más empobrecida, por lo menos en Venezuela ( por ser el ejemplo palmario más cercano) en detrimento de la calidad de vida e incubación de negativos focos sociales de diverso orden, entre ellos el abandono y deserción escolar, el hambre, la desigualdad, así como el estímulo a la incursión delictual.

    El pernicioso, sensible y doloroso drama de nuestro siempre recordado Alí Primera,  transmitido con angustia en su tema  universal, ” Techos de Carton”, a pesar del esfuerzo de la Misión Vivienda, sigue cobrando vigencia como triste episodio

existencial, así como el personaje “Ruperto” otra pieza del propio cantor como una suerte de estigma humano.

      Se ha hecho hábito observar a miles de niños, sin acceso a hogares dignos, estables y adecuados deambular por las calles, haciendo colas en llenaderos sanitarios, en botaderos de desperdicios en centros de venta  de comidas o residencias familiares, limpiando parabrisas o mendigando en los  semáforos, calles y avenidas, ollfateando pega de zapatos para intentar dar la sensación que están saciados.

      Hoy es un día para un llamado de atención sobre muchos aspectos de nuestra sociedad, causas de pérdida de empleos de los padres, rupturas familiares, personales, sociales y de relaciones, desamparo y desatención en problemas de salud, de dependencias de drogas. Es una llamada de atención sobre lo que en nuestra sociedad somos capaces de hacer cuando un niño se encuentra ante estas situaciones que se han cruzado, por una parte con su propia capacidad de hacerles frente y, por otra, con la muestra de poca disposición para dotarles de los medios, recursos, y servicios necesarios que apoyen el mantenimiento de la pertenencia social.

     Es un día para tensar nuestra conciencia, nuestros compromisos personales, institucionales, sociales, políticos para que la prevención de estas situaciones, la atención y garantia de los derechos de los niños en cualquier situación, su reinserción y reincoporación  a la sociedad como personas, futuros de país, sean reales. No podemos ser indolentes ante ello.

     Debemos ser una sociedad con capacidad de acogida, de compromisos, para que todos y a todos los ordenes podamos ser personas en plenitud de dignidad v  en nuestro tránsito vital.

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