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miércoles, abril 24, 2024

Proceso de despolitización en Venezuela

Desafío de los Partidos Políticos

Se aproximan elecciones presidenciales para el año 2024 y lo que pudiera ser algo cotidiano en cualquier otro país, convocar a elecciones y que los partidos políticos hagan sus consideraciones internas para luego llamar a la militancia a participar en la toma del poder por la vía democrática, no es el caso venezolano, los últimos seis (6) años los partidos políticos –oposición- no han sabido que hacer ni con sus organizaciones ni con su militancia y ese llamado a la abstención de manera reiterada es un elemento que hoy juega en contra; es el gran desafío de los partidos políticos de la oposición en Venezuela, que se han reservado el derecho a participar o no de acuerdo a sus intereses. Del otro lado está la coalición del gran polo patriótico, que aun habiendo participado en todas las elecciones, su militancia ha disminuido al punto de que su base dura apenas llega a un 15% del padrón electoral, no hay movilización, no hay convencimiento, hay una gran masa electoral que no está motivada, los partidos políticos en crisis, Venezuela sufre un proceso de despolitización.

Para referirme a este tema quiero definir primero ¿Que es la politización? como elemento central, que consiste en un nivel de conciencia política elevado, en la participación del ciudadano en el quehacer de la política, y en la construcción de una cultura política que se refleja no solo en eventos electorales sino en el propio tejido social, llámese a esto: movimientos sociales, partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos, federaciones, consejos comunales entre otros.

Venezuela desde 1958 hasta hoy ha presentado dos grandes procesos de despolitización, el primero de ellos comienza en 1988 hasta el año 2000 como consecuencia de la inestabilidad política, económica y social, que marcó los eventos electorales de la última década del siglo XX. Para 1993 la abstención superó el 40% del padrón electoral y se mantuvo así hasta el año 2000.

Es importante conocer las causas que produjeron este periodo de sujeción política, a finales de los años 80 se implementó en el país un programa económico neoliberal dirigido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de turno, al mismo tiempo la alta carga represiva y el desgaste de los tradicionales partidos políticos -AD y Copei – trajo como consecuencia que una gran parte de la sociedad se despolitizará y no me refiero solo al carácter electoral, sino que el ciudadano no quería saber de política, hubo tal decadencia de los partidos y sus dirigentes que incluso se llegó a conformar una coalición de partidos – El chiripero- para ir a las elecciones del año 1993 y acceder al poder. Los partidos políticos tradicionales, habían sufrido un desgaste y la pérdida de confianza generó apatía y falta de credibilidad en las instituciones y sus líderes.

En un artículo publicado en el año 2003 por la revista Politeia de la Universidad Central de Venezuela “Cultura Política, Capital Social y Calidad de la Democracia en Venezuela: un análisis comparado” se presentó el resultado de un Estadio Mundial de Valores (EMV) en el caso de Venezuela destaca lo siguiente:

Confianza en Instituciones (%)

Iglesia 77

Prensa 65

Fuerzas Armadas 64

Grandes Empresas 64

Policía 41

Asamblea Nacional 34

Sindicatos 23

Partidos Políticos 20

Fuente: EMV (1996; 2000)

Para el año 1999 las instituciones públicas acababan de ser refundadas y relegitimadas a  través de la constituyente y aun así el venezolano desconfiaba de las organizaciones públicas; sobre el nivel de confianza en las instituciones, decía (Newton y Norris. 2000:53) “es un indicador central del sentimiento subyacente del público respecto de su sistema político”. La vulnerabilidad del sistema político generó un bajo interés por los asuntos públicos, a pesar de que el venezolano concibe la democracia como el mejor sistema de gobierno, dejo de participar, perdió interés y este último elemento es fundamental para mantener una población activa en los asuntos públicos.

Interés en Política (%)

                                    1983          1996          1998         1999          2000

Interesados                61               20               51             48               24

No interesados         39               80               49              52              76

Total                          100             100            100            100            100

(n)                           (1.731)      (1142)      (1.485)      (1194)      (1.199)

Fuente: Baloyra y Torres (1983), EMV (1996; 2000), Red Pol (1998; 1999)

Han pasado dos décadas del siglo XXI y nuestro país ha vivido sus propios conflictos políticos y sociales que han influido en el proceso de despolitización que hoy vive la sociedad como un fenómeno nada nuevo, ya en periodos anteriores se ha manifestado como esa imposibilidad de movilización social en donde se ha quebrado el tejido comunicacional.

Ahora bien, en el proceso venezolano la politización no es solo medible a través del voto o en periodos electorales, es también cuantificable en las formas de organización política que hasta la mitad de la segunda década del siglo XXI constituyó un tejido social que permitió y promovió la participación política desde distintos niveles de la sociedad, desde lo más cercano a la comunidad como un -consejo comunal- hasta las organizaciones políticas tradicionales – partidos políticos -.Entre los años 2000 – 2015, Venezuela pudo establecer espacios diversos de opinión, de participación política, desde la comunidad organizada, instituciones educativas, trabajadores, campesinos, obreros, estudiantes, empresarios, esta diversidad enriquecía el debate en la calle, en las universidades, instituciones públicas y eso tenía como consecuencia una alta participación en los procesos electorales y cuando me refiero a la pluralidad en el debate, es porque independientemente de la posición política e ideológica existió en el país diferentes medios para expresar criterios, opiniones, propuestas que al final era parte de la vida cotidiana y la cultura política del venezolano.

La afirmación antes expuesta se manifiesta en elecciones recientes como las presidenciales del año 2012, cuando el 80,20% del Registro Electoral Permanente (REP) fue a la urnas a ejercer su voto; las elecciones presidenciales del año 2013 tuvo como participación el 79.68% del padrón electoral y/o las del 2015 para la Asamblea Nacional donde la participación estuvo por encima del 70% del REP; el ciudadano venezolano hasta el año 2015 se motivó por la participación política en eventos electorales.

Posteriormente el país comenzó un proceso de colapso de su tejido político, de todas las estructuras, y esto se ve reflejado en los siguientes resultados electorales, por ejemplo: las elecciones municipales del año 2017 tuvo 40% de abstención que fue incrementándose en elecciones posteriores; en las presidenciales del año 2018 la abstención superó el 50%, y para las elecciones de la Asamblea Nacional del año 2020 el 76,53% del electorado se abstuvo de salir a votar; las elecciones para gobernadores del año 2021 la abstención superó el 60%. Estas cifras indican una ruptura entre la acción política del gobierno, la poca influencia o casi mínima de los partidos políticos y de las organizaciones sociales de base con la sociedad, impidiendo la movilización como un proceso generado por la opinión pública, la toma de decisiones y la legitimación.

Partiendo de lo anteriormente expuesto, voy a considerar siete elementos que a mi juicio influyen sobre la participación del ciudadano en los asuntos públicos.

El primero es la Credibilidad, la falta de credibilidad para la solución de los problemas cotidianos y las necesidades básicas del individuo conllevan a una serie de acciones que propician el poco acercamiento a las instituciones públicas; la corrupción, la burocracia, el clientelismo, hacen que el ciudadano busque resolver los problemas por sí mismo y cuando eso sucede, cuando no hay ningún vínculo entre un gobierno y el ciudadano, se pierde la conexión, porque los gobiernos se eligen entre otras cosas, para que ejecute un plan que proteja a las mayorías y esa protección implica resolver problemas colectivos que es de interés común, salud, educación, vivienda, trabajo, servicios públicos.

El segundo es la falta de Afinidad, ésta tiene como propósito la correspondencia del gobierno con sus ciudadanos, con un plan de gobierno que se identifique con las grandes mayorías; el gobierno improvisa en la aplicación de políticas públicas, ha sufrido un largo y progresivo desgaste, desde el año 2017 ha venido aplicando políticas neoliberales que han generado un alto rechazo en la población, la mayor carga de las sanciones las lleva los ciudadanos, los trabajadores de la administración pública y los que migraron a las empresas privadas pero que ambos terminaron con salarios muy por debajo del ingreso mínimo; los bajos ingresos salariales ha afectado tanto a los trabajadores, que esa gran fuerza movilizadora hoy no se siente identificada, se han desplazado al comercio informal como una especie de sobrevivencia, otros se han ido del país. El ciudadano se siente sin esperanza y sin conexión ni con el gobierno ni con los sectores de la oposición y con este último por la incapacidad de presentar un plan alterno, que sea creíble y que propicie afiliación e incorporación de todos los ciudadanos.

El tercer elemento es la Confianza, esto condiciona de manera decidida la participación de todo ciudadano, en el caso del gobierno, se perdió la confianza en el programa revolucionario que en un largo periodo acompañó a los sectores sociales más empobrecidos, excluidos y que brindó seguridad social, educación, salud, vivienda, servicios de calidad, trabajo y condiciones de vida digna; no hay consecución del programa de Gobierno del Presidente Chávez y atribuyen toda la ineficiencia, la corrupción y el burocratismo a las sanciones o a terceros, no hay autocritica, no hay contraloría, no hay forma que acepten sus propios errores y puedan enmendar.

El Gobierno por un lado perdió la acción programática y se distanció de los principios ideológicos, asimismo presenta una crisis interna en su partido, este niega la discusión, está clausurado el debate de los problemas estructurales y cotidianos, muchos afirman que el PSUV es un partido indivisible y efectivamente lo es, pero su militancia ha ido mermando y con ella el apoyo popular; aquí adentro hay disciplina pero se perdió el amor, el carisma y el propio convencimiento.

En el caso de la oposición, no hay claridad, no hay unidad, la apatía ha ganado sus propios espacios, la incoherencia y la falta de agenda clara para acceder al poder por vía constitucional dan paso a agentes distractores que terminan teniendo más peso en la estrategia. El apoyo electoral va disminuyendo, voceros de la oposición ni siquiera se ponen de acuerdo para declarar, unos piden sanciones, otros hablan de elecciones, otros de dialogo, y otros se niegan a la participación electoral es una oposición sin propósito, ni objetivos en común, no hay método, no hay agenda. Las propuestas hechas por la oposición venezolana han fracasado porque lo que plantean no tiene sustentabilidad constitucional ni unidad programática, el último fiasco fue el llamado gobierno interino que sin ningún asidero político, intentó generar confianza de la que hoy carece la oposición y sus dirigentes

El cuarto elemento La Violencia las denominadas guarimbas en el año 2014 y las últimas en el año 2017 marcaron un antes y un después en la militancia de la oposición venezolana, las guarimbas condujeron a un estado de violencia que pretendió derrocar al gobierno de manera inconstitucional, llevaron a su militancia a una alta decepción, deserción, frustración a causa de una propuesta impolítica por “dirigentes” que luego huyeron y no sólo me refiero del país, sino que desertaron de sus responsabilidades políticas dejando a su suerte a dirigentes estudiantiles, a la juventud y a la militancia opositora.

La Judicialización de la política como un elemento perturbador para la movilización, para el reclamo, para la crítica y el debate constructivo; cualquier mecanismo que altere la convivencia política es un causante para que el ciudadano se quede callado, se inmovilice, pierda interés pero más que interés haya miedo, y ese miedo coarta al derecho que tenemos todos de expresarnos, del reclamo por los derechos sociales adquiridos, por ejemplo al derecho a un salario digno para todos los trabajadores.

Las Redes Sociales es una herramienta que fractura las relaciones humanas. Las redes sociales han sustituido las relaciones personales por vínculos efímeros, transitorios que incluso son carentes de identidad, éste fenómeno induce al ciudadano a buscar otras prioridades que se alejan de la discusión pública. Las redes sociales efectivamente son un método rápido de comunicación que muchas veces es manipulada y crea opiniones contrarias, desplazan el argumento y la discusión. Los políticos han encontrado en las redes sociales un espacio para generar opinión pública, sin embargo, sustituir la asamblea de ciudadanos, la plaza pública, la calle por herramientas comunicacionales virtuales sin vínculos afectivos es contraproducente, porque es una herramienta distante y desmovilizadora.

El séptimo es lo Ético, la ostentosa vida de algunos altos dirigentes políticos, la corrupción, el despilfarro del dinero en asuntos irrelevantes, la composición de una nueva clase política, el común “matraqueo” de funcionarios públicos, el secretismo en los contratos del Estado venezolano, en las famosas alianzas estratégicas, la poca o nula rendición de cuentas sumado a los dirigentes de la oposición llevándose los activos del Estado, esto crea indignación, molestia, el ciudadano considera que votar en las elecciones contribuye a elementos pocos éticos dentro de la sociedad.

La mayoría de los venezolanos están escépticos de participar en elecciones, y además hay un dato más importante, no se siente identificado con los partidos políticos actuales, la misma similitud de los años 90. Por ejemplo, en Julio del 2021 la UCAB realizó una encuesta y una de sus preguntas era sobre la autoidentificación política la cual arrojo lo siguiente: el 25.8% de los encuestados se identificaron con el chavismo de los cuales el 9.5% volvería a votar por el Presidente Maduro y 15.8% de ese voto chavista está descontento con su propio gobierno. La oposición para ese momento arrojo un 35,9%, sin embargo, el 18.4% pide un cambio, están descontentos con quienes dirigen hoy la oposición y el 38.8% no tuvo identificación política.

La encuestadora Meganálisis hizo un sondeo de opinión y una de las preguntas es si apoyaría un nuevo gobierno Chavista u Opositor, el 85.90% de los encuestados dijo que no se identificaba con ninguno; y más recientemente en Junio del año 2022 Datincorp realizó una encuesta donde el 62% de los venezolanos prefiere un presidente no alineado ni con el chavismo ni con la oposición y solo el 29% de los encuestados dijo identificarse con una tendencia política, 13% chavista y 16% opositor. Hace 10 años era impensable un sondeo de ésta magnitud, había un país polarizado y politizado.

Todos estos elementos de una forma u otra desmovilizan, limitan, fraccionan, confinan la acción política del ciudadano en la discusión colectiva. La falta de credibilidad, confianza, la improvisación en el gobierno, hacer política por redes sociales, la judicialización de dirigentes y partidos políticos lleva a que el ciudadano opte por distanciarse y evitar participar.

Venezuela vive hoy una gran crisis política de liderazgo, de partidos políticos sin propósito, de organizaciones sociales sin base, de limitación de las libertades individuales y colectivas, de carencia de instituciones públicas confiables y el ciudadano se ve obligado a desvincularse, perdió interés porque considera y percibe que su bienestar es el resultado de una acción individual y no de una lucha colectiva y esta es una de las principales causas para la despolitización. Cuando la sociedad se atomiza, no hay interés común, cuando el tejido social se rompe, cuando no hay comunicación asertiva, cuando los intereses que defiende la clase política están alejados de la realidad cotidiana, hay una especie de fractura y quizá hoy ese es el gran desafío tanto para el gobierno y sus partidos de la alianza como para la oposición, es convencer al ciudadano, reinstitucionalizar la política y las relaciones de poder, encausar al electorado y construir confianza  y credibilidad en los partidos políticos, sus dirigentes y el gobierno.

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