Más del 90% de los hogares venezolanos dependen del gas en bombonas para cocinar. Sin embargo, una reciente renovación automática de la licencia humanitaria emitida por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EE. UU., que permitiría importar gas licuado a Venezuela, sigue siendo inaplicable en la práctica.
El motivo: el país no cuenta con la infraestructura necesaria para recibir, procesar ni distribuir ese tipo de combustible a escala nacional.
Así lo explicó el analista energético Oswaldo Felizzola, quien advirtió que la licencia, aunque vigente, “nunca ha podido ser aprovechada por Venezuela”.
Una licencia que no se puede usar
“La licencia es para importar gas, no para venderlo. Se permite usar instalaciones de PDVSA, pero bajo ningún concepto puede pagarse a la estatal ni a ninguna empresa donde tenga más del 50,1% de participación”, señaló Felizzola. En otras palabras, PDVSA actúa como un facilitador logístico: “usa mis equipos, pero no me pagues”.
Esto implica que el gas debe ser pagado directamente al proveedor internacional, sin que PDVSA reciba ingresos.
Aunque en teoría podría usarse para saldar deudas pendientes, en la práctica no se ha concretado ningún cargamento bajo esta figura.
Infraestructura obsoleta y distribución limitada
El principal obstáculo es físico: Venezuela no tiene la infraestructura para recibir gas licuado a granel ni para distribuirlo de forma masiva. “Imagínate un camión lleno de bombonas: eso es lo único que se podría recibir”, lamentó Felizzola. La única forma viable de entrega sería mediante bombonas, lo cual limita enormemente el alcance y eficiencia del suministro.
Además, el gas licuado que se importa —principalmente propano y butano— es hasta 25 veces más caro que el gas natural (metano), lo que hace inviable su uso masivo sin subsidios o una red de distribución moderna.
Un país que quema su propio gas
Paradójicamente, Venezuela produce grandes volúmenes de gas natural, pero quema más del 50% de lo que extrae debido a la falta de inversión histórica en infraestructura gasífera.
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“Si se pudiera comercializar todo ese gas que se quema, se habla de unos 15 o 16 millones de dólares diarios en ingresos”, estimó Felizzola.
Con información de Finanzas Digital
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