En pleno siglo XXI, las sociedades desarrolladas aceptan este tipo de actitud como una forma rutinaria de interacción social. De hecho, es bastante frecuente escuchar quejas sobre el tráfico, el clima, el trabajo o las dificultades económicas.
Para muchos, es algo inofensivo e incluso terapéutico, porque les sirve de desahogo emocional.
Sin embargo, se ha demostrado que el lamento crónico tiene un impacto significativo en la salud emocional, mental e incluso física tanto de quienes se quejan como de quienes reciben los comentarios pesarosos.
Lejos de una visión catastrofista, quejarse ocasionalmente es una parte normal de la experiencia humana. El desgaste emocional y fisiológico ocurre cuando ese talante negativo invade nuestras rutinas diarias.
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Pero ¿por qué nos quejamos tanto? Algunos expertos consideran que actúa como un mecanismo de afrontamiento a través del cual liberamos tensión o buscamos validación.
Con información de El Nacional