El exceso y la dificultad de las tareas, trabajar sin pausas, la mala organización y la falta de motivación son algunas de las situaciones estresantes que se dan en el entorno laboral.
El estrés es la experiencia psicológica que ocurre cuando las demandas del entorno superan a nuestros recursos de afrontamiento. Cuando esto sucede se produce un desequilibrio entre el nivel de dificultad de una tarea concreta y nuestra capacidad para resolverla, lo que da lugar a un desgaste en la mente y en el cuerpo.
Es cierto que, tal como aseguran los expertos, el estrés es una experiencia normal y adaptativa, que ocurre tanto dentro como fuera del trabajo, y que en realidad puede ser una manera de adaptarnos a una circunstancia relativamente demandante. Pero el problema surge cuando vivimos episodios de estrés con demasiada frecuencia, intensidad o duración, pues eso puede afectar a la salud física y psicológica.
Por eso es tan importante tomar medidas para prevenir el estrés en nuestro día a día.
Estas son, según revelan los psicólogos de la plataforma ifeel, las diez situaciones que nos pueden llegar a provocar más estrés y ansiedad en el trabajo:
1. Exceso de tareas
Esto tiene que ver con la obligación de realizar un determinado volumen de trabajo en un periodo de tiempo insuficiente para ello. Puede ser una única tarea muy demandante, o varias cosas asequibles, pero demasiadas en número. La desproporción entre el trabajo a realizar y los recursos que tenemos para ello, en este caso el tiempo, genera estrés en el trabajo.
2. Excesiva dificultad de la tarea
Independientemente del tiempo del que dispongamos para realizar las tareas, si con frecuencia son demasiado difíciles para nuestros conocimientos o habilidades vamos a experimentar estrés en el trabajo: hay un desequilibrio entre lo que demanda la situación y nuestros recursos para responder a ello.
3. Ruidos ambientales
Hablamos en sentido amplio de todos los distractores que pueden entorpecer u obstaculizar nuestro rendimiento. Si no existieran, nos concentraríamos mejor y seríamos más eficientes, pero, al estar presentes, suponen una dificultad que se acaba manifestando en estrés.
4. Falta de ayuda
A veces nos encontramos muy solos en nuestra tarea, porque no hay nadie con quien compartirla o bien porque el clima laboral y la cultura corporativa están poco orientados a la cooperación y más orientados a la competitividad o a una autonomía en el trabajo que para nosotros resulta excesiva. No contar con el apoyo y asesoramiento de otros en la realización de nuestra tarea cuando lo necesitamos puede ser una fuente de estrés en el trabajo.
5. Hiperconexión digital
Los dispositivos tecnológicos y el uso que hacemos de ellos tanto dentro como fuera del trabajo tienen una enorme utilidad pero también pueden saturar nuestro sistema. Si no hacemos las pausas adecuadas respecto a lo digital no permitimos que nuestra capacidad de procesamiento descanse, con lo que habrá más fatiga y, por tanto, mayor probabilidad de estrés en el trabajo.
6. Instrucciones poco claras
A veces las tareas entrañan más dificultad no porque nos falten conocimientos o habilidades para llevarlas a cabo, sino porque no se nos explica adecuadamente qué debemos hacer. Las órdenes no son claras, o son variables. Eso dificulta la eficiencia y nos genera una inquietud que tiene que ver con el estrés en el trabajo.
7. Trabajar sin pausas
El estrés es sobrecarga y toda sobrecarga necesita descansos para poder compensarse y refrescar el sistema. Si en nuestro día a día no podemos realizar las pausas necesarias, o se nos requiere fuera del horario o en nuestros días de vacaciones, no acabamos de compensar adecuadamente los picos de estrés.
8. Exceso de responsabilidad
El nivel de responsabilidad de nuestro puesto (es decir, el tener que hacernos cargo de las consecuencias de nuestro trabajo) puede ser muy alto y eso, en sí mismo, es estresante, aunque ambas cosas estén en consonancia. Tanto más estresante es cuando tenemos una responsabilidad que no nos toca por nuestro puesto o para la que no estamos capacitados.
9. Mala organización
A veces las distracciones, la fatiga o la sobrecarga tienen su origen en una mala organización de las tareas según su urgencia, importancia o dificultad. Si no hacemos un buen uso del tiempo, si dejamos lo más difícil para cuando ya estamos cansados de lo demás, si vamos picoteando en diferentes tareas a la vez… es más probable que no podamos usar de manera eficiente nuestros recursos de afrontamiento.
10. Ausencia de motivación
Cuando una tarea nos gusta, sabemos hacerla o, por lo menos, le vemos un sentido y una utilidad, es más fácil que la resolvamos adecuadamente con un desgaste asumible. Sin embargo, cuando algo no nos gusta, no sabemos muy bien cómo enfocarlo o nos parece inútil, nuestra energía está más dirigida a soportar la dificultad de realizar la tarea que a hacerla en sí misma. Esto puede ser una fuente de estrés en el trabajo.
Con información de: ABC