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lunes, diciembre 2, 2024

Los valores existentes en la Navidad

Si la familia supiera la importancia que es tener un Belén o un pesebre en el hogar estaremos imitando a la Familia de Nazareth fortaleciendo los valores del Amor, diálogo, perdón, solidaridad, entre otros.


La Navidad es contemplar el nacimiento del Niño Dios, pero también  es un tiempo para dejarnos envolver por todas esas enseñanzas que nos da la Iglesia Católica a través de los valores navideños. El pesebre, el árbol de Navidad, las Misas de Aguinaldos, entre otros acontecimientos, son elementos que vivimos en estos días de diciembre, y que los mismos, nos educan para colocar nuestra mirada en aquel que ha nacido: Jesús.

Monseñor Mariano José Parra Sandoval, Arzobispo de Coro, nos ha dejado un mensaje hermoso en esta Navidad del año 2022 y es “Un pesebre en cada hogar”. Si la familia supiera la importancia que es tener un Belén o un pesebre en el hogar estaremos imitando a la Familia de Nazareth fortaleciendo los valores del Amor, diálogo, perdón, solidaridad, entre otros. Y el poder reunirnos papá, mamá e hijos para elaborar el pesebre es vivir la unidad que nos da la misma familia santa porque todos ellos permanecen juntos siempre. Recuerdo mucho mi niñez cuando mamá nos pedía hacer el pesebre y al finalizar cantábamos aguinaldos. Busquemos tener en nuestras casas un pesebre, así sea hecho de reciclaje, va ayudar a robustecer la vida de hogar.

 Otro símbolo navideño que vemos en muchos hogares es el árbol de Navidad. Este pino es signo de vida, es un encuentro con la divinidad, por eso, muchos teólogo ven en este árbol la figura de la Trinidad por su manera triangular, el color verde quiere decir esperanza, los colores que solemos adornar con bambalinas, cintas, significa alegría, paz, unidad. La estrella representa la de Belén. Hay un santo que le dio un lugar privilegiado al árbol en estos días decembrino, su nombre fue Bonifacio en el año 723, él veía que debajo de un gran pino existente en Geismar (Alemania) maltrataban a los niños, él tomó un hacha y derribó el árbol, tomó la madera e hizo una capilla, luego les propuso a los habitantes del lugar que tomaran un pino y se lo llevaran a la casa y que le colocaran por nombre el “árbol del Niño Jesús” que sea un elemento para colocar debajo de él regalos y para reunir a la familia en el día de la Navidad.     

Desde el 16 hasta el 24 de diciembre la Iglesia católica de Venezuela celebra las Misas de Aguinaldos. En estas 9 Eucaristías no sólo nos preparamos espiritualmente para la llegada del Niño Dios, sino también, es un encuentro con otras familias para fortalecer la fe. Me gusta participar en esta celebración porque hay un momento donde el sacerdote realiza la Novena del Niño Dios: “Dulce Jesús mío, mi Niño adorado, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”. Los cantos de aguinaldos, las lecturas bíblicas, la eucaristía, el compartir el café, chocolate después de la misa, todos estos detalles es un vivir la cercanía con aquel que va a nacer pero también es estar en comunión con todos los que participamos en esta celebración. La fe, el Amor, la solidaridad, entre otros son los valores que vivimos en estas Misas.

Hay un valor muy importante que nos pide vivir la Iglesia Católica en estos días de Navidad y es la solidaridad. En mi niñez recuerdo que entre familias se intercambiaban hallacas, dulces y hasta regalos. Sabemos que estamos en tiempos difíciles pero podemos dar algún detalle hecho en reciclaje. Recuerdo que en el 2017 como familia elaboramos un pesebre pequeño hecho con cartulina y papel periódico y se lo dimos a muchas personas allegadas, mi sorpresa, que en una de estas visitas que realizamos en estas casas estábamos hablando de la Navidad y esa señora nos mostró el pesebre que le regalamos aquel año y lo tenía en un lugar muy destacado en su hogar. Practicar la solidaridad debe ser un valor que debemos practicarlo siempre.

Pensemos también en nuestro hogar el 24 y el 31 de diciembre en la cena navideña donde solemos comer la hallaca, pan de jamón la ensalada, el asado negro, entre otros. Si no tenemos ninguna de estas comidas típicas navideñas no nos preocupemos, porque lo importante es el compartir en la mesa para fortalecer el valor de la unidad. Vamos a deleitarnos con lo mucho o poco que pudimos cocinar para ese día que como familia tiene que ser especial. Un amigo me contó que un 31 de diciembre no tenían el acostumbrado plato navideño y se le ocurrió la familia preparar otro plato, según las posibilidades económicas que tenían, y en esa mesa tuvieron la oportunidad de hablar, reír, recordar  momentos que ayudaron a fortalecer la familia.

La Navidad nos da muchos valores que debemos vivir. Esta es la oportunidad que tenemos como católicos de resaltar este tiempo litúrgico y como hermanos que somos   debemos propagar todas estas enseñanzas para que ir creciendo y fortaleciendo nuestra Fe.

Laura Arismendi
El periodismo...mi forma de vida.

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