Jhoangel sufrió una lesión en la cervical, producto del estrangulamiento que le propuso otro niño, lo que le originó una hemorragia intraventricular.
Sarai Alvarado, inició junto a sus familiares y amigos una campaña para exigir desde Venezuela el cumplimiento del proceso judicial que se lleva en Perú por lo ocurrido a su hijo de 11 años Jhoangel Jesús Sambrano Alvarado, quien fue golpeado por un compañero de clases en el colegio Víctor Raúl Haya de la Torre en el Distrito Puente Piedra en Lima.
La familia Sambrano Alvarado es venezolana, se encuentra en Caracas después de lo sucedido con su hijo Jhoangel el 21 de abril del 2022. Desde Venezuela han seguido el caso judicial.
Este 17 de febrero decidieron iniciar esta campaña en las redes sociales preocupados por la prescripción de la causa.
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La señora Sarai informó para Nuevo Día, que presentaron pruebas con informe médico del especialista tratante de Jhoangel, para el momento la jueza titular Dra. Silvia Salazar Mendoza evidenció los daños emocionales acreditados por los psicólogos internacionales.
Además del dictamen Fiscal a favor de la víctima (Jhoangel), tras ser golpeado en Perú.
No obstante, la jueza salió de vacaciones en febrero, situación que les preocupa, ya que la causa vencería el 20 de febrero, y hasta la fecha no hay sentencia.
Resaltó además, que la Jueza Transitoria, la Dra. Pamela Flores del juzgado de Familia de Puente Piedra tiene conocimiento desde el jueves 16 de febrero y espera que entre los dos días que le corresponde la sentencia.
La salud de Jhoangel Sambrano
Explicó que Jhoangel aún enfrenta las secuelas que le dejó la golpiza recibida por un compañero de clases en el colegio Víctor Raúl Haya de la Torre.
Aunque se mantiene firme en la lucha por su recuperación, sin embargo, el proceso ha sido lento y con secuelas que lo tienen baja vigilancia médica constante en Venezuela.
Jhoangel sufrió una lesión en la cervical, producto del estrangulamiento que le propuso otro niño, lo que le originó una hemorragia intraventricular.
Sus familiares presentaron pruebas, evidencias, audios, informes médicos en Perú sobre esta agresión, y regresan a Venezuela para preservar la integridad, estabilidad física y psicológica de su hijo y de toda su familia.
Explicó que, las investigaciones en Perú continuaron, ya que no se retractaron de la denuncia.
“Aquí sigo, para continuar luchando por los derechos de nosotros. En ningún país tenemos más derechos que en el nuestro, no hay mejor país que Venezuela”, resaltó.
PERÚ, UN ESCAPE del que se arrepienten
Saraí y su esposo eran funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB); en el 2018 emigraron a Perú y dejaron a sus tres hijos con la abuela materna.
«Salir de Venezuela a trabajar no es fácil», así recordó Saraí Alvarado, sus primeros días en Perú, pero sus planes de reencontrarse con sus hijos y madre la impulsaron a soportar los inconvenientes, y lograr enviarles el dinero para encontrarse con ellos.
El trabajo para la joven pareja era duro; como inmigrantes tuvieron que vender dulces en camionetas, café en las calles y hasta hacer trabajos en la construcción.
Este esfuerzo dio sus frutos y en diciembre de 2018 tenían un pequeño negocio. Saraí atendía a mujeres para servicio de manicure y pedicure, y finalmente reunió el dinero para llevarse a sus hijos a Perú.
MEJOR PROMEDIO EN PERÚ
A Jhoangel, su hijo mayor, le costó sus inicios en la escuela, sin embargo, el interés y propósito por sus estudios estaban claros: al poco tiempo se adaptó, aún cuando la xenofobia era un tema difícil de comprender para el menor. «Mi hijo fue el mejor promedio durante cuatro años», destacó Saraí.
«Los niños no querían hacer grupos con los venezolanos», dijo Saraí, quien al conocer esta situación desde el relato de Jhoangel le causó mucha tristeza reconocer que la xenofobia también atacaba a niños venezolanos en Perú.
Pero Saraí decidió acudir de inmediato al colegio para que esto no perjudicara las calificaciones de su hijo.
Jhoangel y otra compañera venezolana se encargaban de las asignaciones grupales; los niños peruanos seguían negándose a compartir tareas con venezolanos, dijo Alvarado.
Sin embargo, el rendimiento estudiantil de Jhonagel se mantuvo, y durante cuatro años su promedio lo hizo estar entre los primeros lugares de los más destacados estudiantes.
Por sus calificaciones y comportamiento, lo designaron delegado de curso, un cargo que en cumplimiento de sus responsabilidades le costó la golpiza de un compañero de clases.
NO OLVIDEMOS LO SUCEDIDO
Dentro de la lucha por recuperar y sanar a Jhoangel de las secuelas del bullying y la xenofobia, Saraí quiere mantener alerta a los padres con estos temas, según su experiencia.
«La xenofobia y el bullying existen y no es juego, pero nunca me imaginé que lo enfrentaríamos nosotros».
Entre llantos recuerda cada segundo vivido después del pasado 21 de abril.
Ese día, recogió a Jhoangel en el colegio, notó sus ojos rojos y al preguntarle él solo le respondió: «Me siento mal mamá, me ha dolido la cabeza seguro es eso» .
Saraí solo le pidió a su hijo que descansará y le suministró unos analgésicos.
Pero pasaron las horas y los dolores de cabeza de Jhoangel persistían, por lo que decidieron llevarlo al médico.
En todas las visitas le refirieron que era problemas de cervical, sin embargo, nunca le recomendaron buscar la consulta con un neurocirujano.
La madre de Jhoangel repudió la indiferencia de los médicos cuando llevó al pequeño desde el primer día al hospital; «a pesar de tantos síntomas preocupantes lo enviaban a casa sin ningún estudio» .
Cuatro días después del primer dolor de cabeza, aparecieron los vómitos de sangre y la imposibilidad de comer y tragar; lo que alertó a los padres de Jhoangel y decidieron llevarlo al pediatra, quien tras las pesquisas con un RX lo refieren al neurocirujano
Tras varios estudios que le médico indicó ya tuvieron el diagnóstico: un derrame cerebral que a simple vista se evidenciaba que era causado por una esguince cervical.
El diagnóstico devino el relato de Jhoangel, quien hasta los momentos había mantenido en secreto lo que verdaderamente le sucedió: un compañero de clases que había llegado tarde y debía reportar su hora de entrada, lo que generó que lo agrediera brutalmente desde la espalda y delante de todos los niños en el aula.
«Mi hijo sentía fuertes dolores de cabeza, vómitos, desmayos y convulsiones», destacó.