El fútbol argentino atraviesa un momento de profundo pesar, luego de que este miércoles 8 de octubre se confirmara que Miguel Ángel Russo murió a los 69 años.
Su figura trascendió su papel como director técnico para convertirse en un emblema de fortaleza, dedicación y amor por los colores que representó. Su partida deja un gran vacío, no solo en Boca Juniors, donde ejerció como entrenador hasta sus últimos días, sino también en toda la escena del fútbol sudamericano.
Nacido el 9 de abril de 1956 en Lanús, Russo llevaba tiempo enfrentando serios problemas de salud que lo apartaron de manera intermitente de su labor en el banco técnico. En la última semana su estado se agravó, y aunque su evolución se trató con discreción, la noticia de su muerte fue confirmada por el club mediante un comunicado lleno de emotividad. «Miguel deja una huella imborrable en nuestra institución… Hasta siempre, querido Miguel”.

A lo largo de su trayectoria profesional, Russo representó valores como el esfuerzo constante, la resiliencia y el liderazgo tranquilo. En 2017 enfrentó y venció un cáncer de próstata, demostrando una gran fortaleza. Sin embargo, en los últimos meses su estado físico volvió a deteriorarse. A pesar de todo, nunca abandonó su pasión, regresando al banquillo técnico una y otra vez con la misma entrega que lo caracterizaba.
Su relación con Boca Juniors fue particularmente especial. No solo dirigió al equipo en distintas etapas, sino que además fue el artífice de uno de los logros más memorables para la hinchada. La conquista de la Copa Libertadores en 2007, con su plantel, dejó su marca en el continente.
En cuanto a su faceta personal, Miguel Ángel Russo hoy y siempre será recordado por su calidez humana, humildad y su profundo respeto por la profesión. Sin buscar protagonismo, lograba inspirar simplemente con su presencia.
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Aunque Boca pierde a su entrenador, el fútbol argentino despide a uno de sus grandes referentes. Miguel Ángel Russo deja este mundo físicamente, pero su legado continuará vivo en cada rincón de La Bombonera. Asimismo, en los corazones de quienes entendieron que este deporte se juega también con el alma.
Con información de Versión Final
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