El candidato de izquierdas charló con la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, en Cartagena de Indias.
El candidato a la Presidencia Gustavo Petro ha explicado este martes sus políticas y sus propuestas en una charla con la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, a menos de dos semanas de que se celebren las elecciones definitivas a la presidencia de Colombia, en las que se enfrenta al empresario Rodolfo Hernández.
“Relegitimaré las instituciones, aplicaré la Constitución y construiré un país que pueda vivir en paz. Eso implica reformas y pisar callos de privilegio”, dijo Petro en Cartagena de Indias, donde se celebra el Festival de Pensamiento de PRISA.
Hernández declinó la invitación al evento a última hora. “No ha querido estar. No ha querido venir y lo lamentamos porque nos hubiera gustado debatir sus propuestas e ideas”, dijo Bueno al empezar la charla. Petro, a su lado, arqueó las cejas.
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Los asesores del exalcalde de Bucaramanga, un empresario de 77 años con un discurso anticorrupción, le han recomendado no entrar en un cuerpo a cuerpo con Petro, un político más experimentado en los debates. Hernández, hasta hace una semana, contaba con una ventaja de siete puntos en los sondeos, pero a día de hoy los números marcan un empate técnico.
La discusión con el líder de la izquierda giró al principio alrededor del cambio climático. Petro lo tiene en su agenda desde que hace 20 años se exiliara en Bélgica, cuando los exguerrilleros que habían depuesto las armas como él, los del M-19, se metieron en política y una parte de la sociedad no lo aceptó y los persiguió. En Europa se hizo ecologista.
“Es un problema de la humanidad”, dijo Petro. “Si usted mira, Estados Unidos es el gran emisor mundial de carbón y petróleo, que es lo que produce la crisis climática. Nosotros, con el Amazonas, tenemos la esponja. Hay que llegar a un acuerdo porque hay que cuidar la esponja”, añadió.
Pepa Bueno, que contó con el apoyo del periodista Alberto Casas, quiso saber cómo iba a disminuir la dependencia de Colombia del petróleo y el carbón, sus dos fuentes de ingresos más importantes. Él respondió que su plan no solo es gobernar un país, sino transformarlo.
Quiere acabar con la economía extractivista de la que ha vivido América Latina en los dos últimos siglos. A su entender, Colombia imitó la economía de Venezuela, que consistía en vender petróleo y comprar todo importado, lo que hizo que se dejara producir en el interior.
“Eso nos hizo creer que éramos ricos y no lo éramos. Se quebró toda la industria local. Renunciamos al conocimiento, la universidad, destruimos toda la calidad del sistema educativa. La clase política se volvió corrupta por el dinero fácil, vía impuesto y regalías”,
continuó.
Por eso, añadió, Colombia debe hacer una transición en el corto plazo para implementar la paz que se firmó en 2016 y conseguir que el país pase de cinco millones de turistas a 15. “Eso reemplazaría la mitad de las divisas del petróleo.
Bueno quiso saber qué mensaje le lanzaba él a los mercados internacionales y los empresarios internos que han manifestado su inquietud e incertidumbre ante la posibilidad de que llegue a ser presidente.
Petro sacó a colación que uno de los fondos de inversión más respetados del mundo, el fondo soberano noruego, compró una gran cantidad de bonos de deuda externa de Colombia cuando él lideraba las encuestas. “Apuestan a que si yo gobernara este país sería mejor”, insistió.
“Si uno mira la lógica interna”, prosiguió, “se encuentran paradojas. He visto empresarios industriales (colombianos) votando por terratenientes. Empresarios del turismo votando en contra de la paz. Es extraño”.
De ahí se saltó a uno de los temas fundamentales de la campaña, la necesidad de una reforma tributaria que ayude a cuadrar las cuentas del Estado. “No hay mentira ni demagogia, hace falta una reforma tributaria”, dijo, y recordó que su oponente asegura que bajará el IVA sin explicar cómo recaudará para los programas sociales.
“La reforma no se hace con más impuestos a la comida, debe gravarse a la capa más rica del país”. Su teoría es que las capas más altas de la sociedad colombiana no pagan los suficientes impuestos. No se refiere a los ricos, sino a los millonarios.
Con eso cree que podría recaudar 50 mil millones de pesos más. Con medidas de ese tipo, asegura, el Gobierno podría financiar el gasto social para que toda la juventud tenga educación superior y las mamás puedan tener una renta mínima: “Eso no es populismo”.
La directora de EL PAÍS le lanzó entonces varias preguntas que debía contestar rápido.
—¿Hubiera ido a la Cumbre de las Américas?
—Sí, hubiera ido para hablar con Biden de frente. Quiero que haya un primer elemento de discusión: el cambio climático y la política antidroga.
—¿Y las relaciones con Venezuela?
—La frontera se abre y se restablecen las relaciones diplomáticas. Si los gringos dejan ahora que los venezolanos exporten petróleo, ese dinero que va a recibir Venezuela se puede volver dinero Colombia con la exportación.
—Si usted gana y Lula lo hace en Brasil, ¿Se crea con Boric en Chile un nuevo eje Latinoamericano?
—Indudablemente. Una América Latina que ponga en valor el conocimiento, la cultura y la agricultura.
—Que no enlaza con ningún eje anterior—, insistió Pepa Bueno.
—No, porque antes esos ejes vivieron del petróleo—, zanjó Petro.
La semana pasada le ofreció un pacto institucional a Hernández. Se le preguntó por qué lo hacía con alguien que está imputado por corrupción. Su respuesta buscó una mirada global de la institucionalidad:
“El acuerdo es de la sociedad. Esas fuerzas que no van a votar por mí en caso de que sea elegido presidente merecen ser escuchadas. No voy a continuar con la lógica de que el gobierno persiga a la oposición. Yo quiero la paz. Los de la oposición debe ser tratados como seres humanos. Tienen un papel constructivo en la sociedad democrática”.
De forma indirecta, Petro fue regando la conversación con la idea de que Hernández es un demagogo que no tiene propuestas concretas y que ha basado su campaña en el sentimentalismo. “Las emociones, dirigidas sin razón, nos pueden llevar al abismo”, acabó.