Al cuello de embudo que comenzó durante la pandemia se ha sumado el cierre de la planta principal de uno de los mayores productores de leche de fórmula del país.
El país que presume de ser el más rico del mundo atraviesa en las últimas semanas una carestía sin precedentes. En EE.UU. hay escasez de leche de fórmula para alimentar a los bebés, las estanterías de los centros comerciales se encuentran casi vacías de este producto, los comercios online han multiplicado su precio y las familias cada vez tienen más problemas para encontrar este bien de primera necesidad y, por supuesto, para pagarlo.
La interrupción del suministro durante los cierres totales que se vivieron al comienzo de la pandemia de coronavirus iniciaron un problema que se ha agravado profundamente después del cierre de la plata de producción de Abbott, una de las más importantes del país.
A esto hay que añadir el acaparamiento por una parte de la población, preocupada por el futuro de la alimentación de sus pequeños, como por las empresas; la especulación y el incremento de precios; y el contexto social que viven las madres en el país, a quienes se les ponen enormes trabas para poder amamantar a sus hijos y, en ocasiones, la leche de fórmula es su única opción.
Sin baja por maternidad
En EE.UU. no existe la baja remunerada por maternidad, a diferencia del resto de países desarrollados. Eso no significa que las mujeres trabajadoras no se tomen algún tipo de descanso, pero lo hacen normalmente anticipando sus vacaciones o tomándose una excedencia.
Sin embargo, esta circunstancia tiene varios efectos. Por un lado, las mujeres intentan reincorporarse lo más rápido posible a sus puestos de trabajo, lo que, a su vez, provoca que no pueden dar el pecho a sus vástagos durante todo el tiempo que les gustaría.
La Organización Mundial de la Salud ya hace lustros que estableció que lo óptimo para la salud de un bebé es tomar leche materna de manera exclusiva hasta los seis meses y combinarla con alimentación complementaria hasta, al menos, los dos años de edad.
Una recomendación que resulta una utopía para la mayoría de las madres estadounidenses que desean dar el pecho a sus bebés.
Según el informe ‘Breastfeeding Report Card’ de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades, alrededor del 60 % de las madres abandona la lactancia antes de lo que quería. Solo el 25 % de los bebés son alimentados en EE.UU. con leche materna hasta los 6 meses, mientras que alrededor del 12 % llega hasta los tres meses.
La tormenta perfecta
La escasez de un alimento tan fundamental que, salvo por la leche materna, no tiene alternativa, hunde sus raíces en la explosión de la pandemia de coronavirus y la paralización de la actividad económica a nivel mundial.
Así, un mercado que ya se encontraba tocado, ha recibido un fuerte impacto cuando en febrero la empresa Abbott cerró su planta en Michigan, su fábrica principal en el país, después de que se detectara un brote de una bacteria que había contaminado algunos de sus productos y que provocó que cuatro bebés acabaran en el hospital y que dos de ellos perdieran la vida.
Aunque parece excesivo que el cierre de una empresa provoque una crisis de tal magnitud en un país de alrededor de 330 millones de habitantes, el funcionamiento del mercado interno de este producto ha facilitado que así sea.
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La política proteccionista que practica EE.UU., con elevados aranceles para las empresas que quieren penetrar en su mercado interior, implica que el porcentaje de leche de fórmula que se fabrica en el interior sea muy cercano al 100 %. Y casi todo el pastel se encuentra en manos de cuatro grandes empresas: Abbott, Gerber, Mead Johnson y Perrigo Nutritionals, por lo que un incidente en cualquiera de ellas ya distorsiona el mercado.
Las mujeres pobres, las más perjudicadas
En este complicado contexto, las mujeres pobres son las más perjudicadas por la situación. Muchas de ellas adquieren estos productos de primera necesidad, entre los que se incluye la leche de fórmula, gracias a programas estatales de ayudas. Estos planes tienen conciertos con tres de las cuatro grandes empresas productoras de leche infantil.
Pero las madres solo pueden adquirir por este medio leche de la empresa que tiene un concierto firmado con el Gobierno de su Estado, de manera que si esa empresa es Abbott, los problemas de abastecimiento son inevitables.
Además, se da la circunstancia de que Abbott es dueña de marcas muy populares, como Similar, y es también el mayor proveedor de leche de fórmula de estos programas estatales para familias de rentas bajas.
La especulación se aprovecha de la necesidad
Ante la escasez de un bien, muchos han visto el momento de hacer un negocio redondo aprovechándose de la necesidad de muchas familias, especialmente las más vulnerables.
En este panorama, se ha constatado el aumento de personas que utilizan ‘bots’ –aplicaciones de software programadas para realizar ciertas tareas de manera automatizada– para hacerse online con grandes cantidades de leche para bebés y revenderlas a precios mayores, obteniendo suculentas ganancias en estas transacciones, como reporta Forbes.
Entretanto, el Gobierno estadounidense ha comenzado a tomar algunas medidas. En primer lugar, ha instado a los minoristas a controlar el comportamiento depredador sobre este producto, de manera que algunos comercios han comenzado a establecer límites de compra por ciudadano para evitar el acopio.
La administración Biden también ha presionado a los fabricantes para que aumenten su producción y se encuentra en negociaciones para incrementar la importación de este bien, que hasta ahora se proveía en cantidades mínimas desde en Chile, Irlanda, México y Países Bajos.
Este lunes, la planta de Michigan de Abbott anunció su reapertura tras llegar a un acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), que determinó que no había hallado pruebas concluyentes de que la compañía estuviera detrás de las infecciones de los bebés que fueron hospitalizados.
La firma está a la espera del visto bueno judicial y prevé llevar a cabo su reapertura en dos semanas, y que los productos lleguen a las estanterías en un lapso de tiempo de entre seis y ocho semanas.
“Sabemos que millones de padres y cuidadores dependen de nosotros y lamentamos profundamente que nuestro retiro voluntario haya empeorado la escasez de fórmula en todo el país”, sostuvo el presidente y director ejecutivo de Abbott, Robert B. Ford.
Tomado de RT