Los parlamentarios conservadores reúnen las firmas necesarias para la votación. Un voto negativo supondría la salida inmediata del primer ministro británico.
Finalizado el Jubileo de Platino, el Gobierno del Reino Unido se enfrenta a la resaca de las fiestas. No las que han conmemorado durante cuatro días el largo reinado de Isabel II, sino las que Boris Johnson y su equipo celebraron en Downing Street durante el confinamiento, que provocaron la indignación de los británicos.
El grupo parlamentario conservador someterá finamente este lunes a su primer ministro a una moción de censura interna, a partir de las seis de la tarde (siete de la tarde, horario peninsular español). La cifra mágica de 54 cartas de “retirada de confianza” se ha alcanzado.
Al menos un 15% de los diputados tories ha enviado a Graham Brady, el presidente del Comité 1922, un texto con su deseo de que Johnson sea reemplazado en el cargo.
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Una prueba de fuego
El comité reúne a los llamados backbenchers (literalmente, los diputados de los escaños traseros), la mayoría de los representantes parlamentarios conservadores que no ocupan un puesto en el Gobierno, y tienen, por tanto, más lealtad hacia sus electores y hacia su propio futuro político que a Johnson.
Brady advirtió previamente a Johnson este domingo de la tormenta que se avecinaba en unas horas, cuando el Parlamento reanudara su actividad. Si una mayoría de diputados conservadores, es decir, 180, votara en contra del primer ministro, su destitución sería casi inmediata.
Antes será necesario poner en marcha unas primarias internas para elegir el reemplazo. En ese intermedio, Johnson puede dimitir o permanecer en Downing Street.
“El primer ministro celebra que surja la oportunidad de poder defender su postura ante los diputados, y les recuerda que solo cuando estamos unidos y centrados en los asuntos que importan nos convertimos en una fuerza política formidable”,
ha dicho un portavoz de Downing Street.
La estrategia es clara: una advertencia sobre el daño que puede suponer la imagen de un partido sumido de nuevo en una guerra interna. De hecho, Johnson tiene previsto dirigirse una vez más a sus diputados a las cuatro de la tarde (cinco, en horario peninsular español) para reclamar su apoyo antes de la votación.
El principal rival de Johnson durante las primarias de julio de 2019, Jeremy Hunt, ha resurgido estos días como candidato favorito ante una posible destitución. “[Los ciudadanos] nos confiaron el poder, y los diputados conservadores saben, en su fuero interno, que no estamos ofreciendo a los británicos el liderazgo que se merece.
No estamos ofreciendo la integridad, la eficacia y la visión necesarias para liberar el enorme potencial que tiene este país”, ha escrito Hunt en su cuenta de Twitter, en un mensaje con un claro sonido de campaña personal.
Era el golpe político más duro contra Johnson, pero no el único. John Penrose, el diputado confirmado por el propio primer ministro en 2019 como Zar Anticorrupción (un cargo adscrito al Ministerio del Interior, que apoya al Gobierno en su lucha contra las prácticas corruptas), ha anunciado este lunes que abandona el puesto.
Los puntos débiles
Johnson, ha afirmado el diputado, ha violado claramente el Código Minsterial (el código ético del Gobierno) con sus mentiras al Parlamento, y debe dimitir. “Aunque acabe ganando la votación esta tarde, la sensación general que existe es que esto es el principio del fin. Creo que todo ha terminado”, ha sentenciado Penrose en declaraciones a SKYNews.
Aunque el líder conservador volvió entonces a pedir disculpas al Parlamento y a la ciudadanía en un intento de frenar una rebelión en el partido, el contenido del informe ha vuelto a provocar una tormenta política.
En las 37 páginas del texto, Gray, sin nombramientos directos a Johnson, explicaba que “mucha gente estará conmocionada ante la escala del comportamiento que tuvo lugar en el mismo corazón del Gobierno”. Y añadía: “Los líderes de más alto nivel, tanto política como administrativamente, deben asumir la responsabilidad por esta cultura [de alcohol y fiestas]”.
Con información de El País