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jueves, diciembre 12, 2024

¿Significa más el sexo para una mujer que para un hombre?

Estas creencias siguen conquistando generaciones y, aunque el discurso sea de liberación e igualdad sexual


Hay creencias siguen conquistando generación tras generación y, aunque el discurso sea de liberación e igualdad sexual, sobreviven ‘conceptos’ que se nos han grabado a fuego y, de manera consciente o no, seguimos transmitiendo.

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¡Y yo que creía que habíamos dejado atrás algunos temas sobre sexualidad como que los hombres son más proclives a las relaciones esporádicas que las mujeres o que ellos follan y nosotras hacemos el amor!

Pero no, estas creencias siguen conquistando generaciones y, aunque el discurso sea de liberación e igualdad sexual, hay conceptos que se nos han grabado a fuego y, de manera consciente o no, seguimos transmitiendo. Porque nuestra razón puede que no, pero nuestra emoción aún los considera como ciertos.

Así, demasiada población sigue creyendo que un polvo es más importante para un hombre que para una mujer. Y voy a contar porqué.

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  1. El estigma de vagabunda

Nos ha acompañado tanto esta etiqueta que nos cuesta sacudírnosla como si de una mosca cojonera se tratara. De ahí que muchas sigan sin querer hacerlo ni reconocer que el sexo les mola sin pensar en si, “este tío que me pone tanto”, seguirá allí mañana.

Porque buscar solo un momento de placer compartido, consentido, consensuado y deseado, también es de chicas. De ahí la reapropiación del termino por algunas mujeres afirmando, “soy muy vagabunda”, para dejar de sentirlo como un insulto, convirtiéndolo en un acto de empoderamiento.

  1. El imperativo biológico masculino es un ‘fake’

Ellos no son presas de su libido, ni les domina irremediablemente la pasión. Tampoco piensan solo en “lo único”, como se comenta alegremente. Solo lo han creído así, porque la sociedad se lo ha permitido y reforzado.

“A un hombre le gusta el sexo siempre, a todas horas y con quien se ponga a tiro. Dueños por imperativo social de la conquista, y estresados por tener que dar la talla. Ellos también sufren su estigma.

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No importa solo la Testosterona. Más allá del género, educación, actitud, contexto, las experiencias pasadas, nuestra interpretación y crecimiento erótico, y muchas otras cuestiones, afectan a nuestro deseo de relacionarnos sexualmente.

  1. Las mujeres no necesitamos los preliminares.

Pues no, pero como ellos; al menos como los conocemos. Pues preliminar suena a previo a un final, que suele ser coito y orgasmo. Pero sí, igual que ellos, si así consideramos esos pensamientos y deseos de acercamiento. Repasar todo su cuerpo con la mirada, soñar con besar esos labios e imaginar una escena ardiente con nuestro objeto de deseo. Sí, porque no vamos a relegarnos siempre a ser solo objetos de deseo toda. Aunque quizá deberíamos reformular el término por sujetos, que somos personas, independientemente del género. Nosotras, a veces también llegamos cachondas de casa, ¡qué os creéis!

  1. Ellos fallan más

Leíste bien, fallan, no follan. En sexo esporádico con alguien prácticamente desconocido, es muy probable que cualquiera, hombre o mujer, pueda “fallar”. Aunque esto que sentimos como fallo sería lo más natural. Sin conocer los cuerpos y sus puntos erógenos, sus deseos y preferencias sexuales, lo más probable es que no disfrutemos tanto, ni sea el mejor encuentro íntimo de la historia. Es más, si lo fuera, quizá se debería a otros muchos factores, más allá de la genitalidad; como el vínculo o feeling generado, aunque sea para un ratillo, o la escucha y el respeto que se ofrezca durante la relación.

El caso es que en cuanto a disfunciones, en ellos son más evidentes. Se nota más una perdida de erección de un pene, por ejemplo, que la ausencia de excitación, y su correspondiente erección, de una.

  1. Las mujeres no son lentas

Una de las cuestiones que afectan a las mujeres a la hora de apostar por un achuchón pasajero, de los de “y si te he visto, no me acuerdo”; es el hecho de creer que no vamos a disfrutar tanto como ellos. Esto no solo hace que nos de pereza sino que enfada. Porque, a ver, si el va disfrutar y ella no, mejor no lo busco y ese disgusto que me ahorro, ¿verdad?

Pues no. Si te apetece, lánzate porque no somos lentas. A las mujeres no nos cuesta más alcanzar el orgasmo que a ellos cuando nos estimulamos nosotras o lo hace otra mujer. De hecho somos más rápidas y multiorgásmicas, si conocemos nuestro cuerpo, trabajamos nuestra erótica, reconociendo nuestros placeres y puntos fuertes y conocemos los toques y posturas que nos facilitan alcanzar más fácilmente el clímax.

  1. Ellos también fingen orgasmos

Ellos tampoco salen tan satisfechos como creemos de un encuentro sexual puntual. De hecho, ellos también pueden fingir y lo hacen, incluso, sin que te des cuenta. Sé que cuesta creerlo porque la eyaculación y el orgasmo suelen aparecer de manera conjunta, aun no siendo el mismo fenómeno. Sin embargo, se puede, sobre todo utilizando condón, que tendría que utilizarse siempre, y en este caso, si lo retira el dueño del pene, es probable que la otra parte no detecte si hubo orgasmo o no. Y al ser hombre, a veces, se da por hecho.

En cualquier caso, y para ambos géneros, fingir no suele ser beneficioso, pues no resuelve nada, sino que empeora la relación. Sin embargo, en encuentros esporádicos que no gustan, y por esto mismo quizá no se repitan más, se puede tirar de habilidades actorales para evitar dar explicaciones a alguien que ni fu, ni fa.

  1. El miedo baja la libido

Otra cuestión, que da para mucho, es que, debido a la mayor posibilidad de salir escaldada en un encuentro sexual ocasional, tememos intimar con hombres que no conocemos de nada. Aunque el riesgo también se encuentre junto a conocidos, por desgracia, este hecho nos invita, en ocasiones, a reprimir nuestros deseos, por no ser víctimas de violencias sexuales.

Es lamentable porque no es nuestra responsabilidad, sino del agresor, pero el riesgo físico y emocional que supone, nos lleva a tomar medidas en cuestiones que no deberían corresponder a las mujeres. Lógico que baje el deseo, pues el terror no conjuga con él. Mucha educación sexual para ellos, para no tener que ser valientes sino libres.

  1. Ellos también se enamoran

¡Por supuesto! Quitemos telarañas mentales y sexuales pues ellos también desean vincularse, construir una relación, sea cual fuere, amar y mucho más. Aunque a veces solo se desee disfrutar y divertirse. Exactamente igual que ellas. Así que no pienses, hombre, que ella te hace un favor o ha caído en tus redes de seducción.

Con información de El Mundo

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