Este miércoles 3 de septiembre se registró un tragedia en Lisboa: el descarrilamiento de un funicular dejó tres fallecidos y 20 heridos.
Según los primeros informes, un cable suelto habría desencadenado la tragedia. En el lugar, 34 bomberos y 8 vehículos de emergencia intervienen en el rescate, mientras la directora de Protección Civil confirma personas atrapadas.
La empresa de ferrocarriles de Lisboa, Carris, despliega sus equipos de rescate, pero aún no se esclarece la causa precisa del incidente. Paralelamente, la policía colabora en las labores de auxilio y en la investigación del suceso.
Un testigo describió a un medio local que «el funicular se desvió de su trayectoria y quedó gravemente dañado».


El funicular de la Gloria, con una larga historia, transporta anualmente a más de 3 millones de pasajeros. A pesar de su característico desplazamiento lento, el número de ocupantes durante el accidente permanece desconocido.
Este lamentable evento impacta profundamente a Lisboa, ciudad muy transitada por turistas. La suspensión del servicio, sumada al dolor por las pérdidas humanas, genera un fuerte impacto en la cotidianidad de residentes y visitantes. Zonas acordonadas afectan la movilidad y requieren una intensa labor policial y de emergencia.
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Los centros médicos locales, como hospitales y clínicas, se movilizan para atender a los numerosos heridos. Los protocolos de emergencia se activan para recibir a los pacientes, incluidos aquellos en estado crítico. El personal de salud responde incansablemente para gestionar la situación y brindar atención oportuna a los afectados.
Con información de 2001
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