Tristán da Cunha se ha convertido en un paraíso tranquilo, apacible y sin crimen. Está ubicada en una isla remota, situada en el Atlántico Sur.
La ciudad parece ser un lugar olvidado por el tiempo. Con solo 11 km de ancho, la isla alberga a 234 ciudadanos británicos en el asentamiento de Edimburgo de los Siete Mares.
La llegada a este paraíso no es tarea sencilla. Sin pista de aterrizaje, el viaje en barco desde Ciudad del Cabo dura aproximadamente una semana en cada sentido, lo cual requiere la aprobación previa del Consejo Insular.
Sin duda, la lejanía contribuye a su encanto y a la ausencia de criminalidad en la isla.
¿Cómo es Tristán da Cunha, la ciudad sin crimen?
Tristán da Cunha fue descubierta en 1506 por el explorador portugués Tristão da Cunha, quien le dio su nombre.
Aunque el primer colono permanente no llegó hasta 1810, su historia se entrelaza con episodios como la prevención de intentos de liberación de Napoleón Bonaparte, o la visita de dos Duques de Edimburgo en diferentes momentos.
En 1961, la isla sufrió un desastre cuando el volcán Pico de la Reina María entró en erupción, lo que causó la evacuación de todos los habitantes.
A pesar de este evento traumático, la comunidad regresó y floreció de nueva cuenta.
La biodiversidad en Tristán da Cunha es otro aspecto fascinante de este lugar. Alberga dos especies de aves únicas en el mundo y una considerable población de pingüinos y tiburones en las aguas circundantes.
Tristán da Cunha es un paraíso de tranquilidad
Pero lo más destacado de esta isla es su casi total ausencia de crimen. En una entrevista de hace unos años, el único agente de policía de la isla, el inspector Conrad Glass, afirmó que nunca había encarcelado a nadie. La última vez que se utilizó su celda de contención fue en los años 70.
Tristán da Cunha es un mundo aparte, un lugar donde el crimen es casi inexistente y la vida es tranquila y serena.
Puedes leer: Estados Unidos: riñón de cerdo funciona en una persona
Desde su historia y legado hasta su biodiversidad y singular modo de vida, este remoto rincón del Atlántico es un recordatorio de que aún existen lugares en la Tierra donde la paz y la armonía no son meras utopías.
Con información del Heraldo de México
Otras noticias de interés