Chile no cambiará de Constitución. Los chilenos rechazaron el domingo cambiar nuevamente la Carta Magna por un texto de tendencia conservadora — a diferencia de la redacción progresista propuesta en 2022 — con lo que se mantendrá vigente la Constitución de 1980 establecida durante la dictadura de Augusto Pinochet y que ha permanecido vigente durante más de dos décadas de democracia en el país.
Con más del 99,86% de los votos escrutados, un 55,76% votó en contra de la nueva propuesta — más conservadora en lo moral y en lo económico — que la vigente que había cosechado fuertes críticas porque podría limitar ciertos derechos ya conquistados, como los de las mujeres.
“La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile”, sentenció el presidente Gabriel Boric por la noche, luego de conocer los resultados del plebiscito que, aunque resultó como el oficialismo quería, no pudo entenderse como una victoria, al grado que no hubo festejos en la capital al caer la noche.
El mandatario reiteró que el proceso constitucional quedó ya cerrado sin posibilidad de un tercer intento, al menos durante su mandato, ya que “las urgencias son otras”. Lamentó no haber logrado ”canalizar las esperanzas de tener una nueva Constitución redactada para todos”.
Luego “de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar y unir a Chile en su hermosa diversidad”, recalcó. “El país se polarizó, se dividió”.
El proceso constituyente estaba destinado a “traer a esperanza y finalmente ha generado frustración y hasta hastío de una parte importante de la ciudadanía”, recalcó el mandatario, marcando el tono de una jornada electoral y un proceso constituyente embriagado por la desafección ciudadana.
“Ni celebración, ni arrogancia”, afirmó. “Pelota al piso, humildad y trabajo, mucho trabajo”. Además, anunció que retomará su reforma de pensiones y leyes para la distribución de riqueza.
Chile vive una división política
Para algunos analistas, como Rodrigo Espinoza de la Universidad Diego Portales, los resultados suponen un balón de oxígeno para el Ejecutivo, el cual le permitirá retomar alguna de sus reformas.
José Antonio Kast, el líder del ultraconservador Partido Republicano, coincidió con Boric en que “no hay nada que celebrar”, pero dijo que gracias a su partido se pusieron sobre la mesa los problemas más urgentes del país como la seguridad y la inmigración.
“Este resultado le da al mismo presidente Boric un mandato claro: trabaje, gobierne y hágase cargo de los problemas urgentes de los chilenos”.
Espinoza atribuyó la derrota del nuevo texto a que se trataba de una “propuesta divisiva” derivada de que la derecha y el Partido Republicano “optaron por elaborar una propuesta más bien identitaria, casi como una suerte de programa de gobierno” en lugar de una Carta Magna que refleje acuerdos transversales y el sentir de todos.
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De hecho, esta fue exactamente la misma crítica que se hizo al primer proyecto constitucional del año pasado, que llegó a ser calificado como uno de los más progresistas del mundo y que recibió el apoyo de Boric, pero el rechazo del 62% de los chilenos.
La Plaza Italia, epicentro del estallido social de 2019 en el que miles de chilenos exigieron más derechos sociales y que provocó el inicio de todo el proceso constitucional, se mantuvo en silencio el domingo.
Con información de Associated Press
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