Lo crea o no, la cera de los oídos es un signo de oídos normales y saludables. Sin embargo, cuando es producida en exceso puede volverse problemática.
La importancia de la cera de los oídos
La cera de los oídos es una secreción producida de modo natural por glándulas especiales localizadas en la piel del tercio externo del conducto auditivo externo (CAE).
Constituye una parte útil y natural de las defensas del cuerpo, ya que protege al oído al impedir la entrada de suciedad, polvo y gérmenes. Sirve también como lubricante. Los oídos tienen la capacidad de “autolimpiarse” y no requieren un mantenimiento extra de rutina.
Los oídos se limpian a sí mismos
El cerumen se produce dentro del CAE y migra naturalmente desde el interior más profundo hacia el exterior, estimulado por los movimientos regulares de la mandíbula al comer, hablar y bostezar. Arrastra consigo toda la suciedad y partículas de polvo que entran en los oídos, así como las células muertas de la piel. La mayor parte se seca, escama y desprende por sí solo.
El uso de audífonos incrementa la producción de cera
Varios factores pueden conducir a una mayor producción de cerumen y su acumulación en el conducto auditivo.
El uso de audífonos es uno de ellos. El organismo reacciona a la presencia de un cuerpo extraño estimulando la producción de cerumen, para protegerse de la irritación y de la posible infección.
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La cera puede dañar los audífonos
La acumulación de cerumen en el CAE puede ocasionar diversos inconvenientes a los usuarios de audífonos, entre otros:
- Silbidos molestos (retroalimentación del audífono).
- Sonido débil o distorsionado, o bien ausencia total de sonido, por el taponamiento de la salida de sonido y/o la abertura de la ventilación.
- Mal ajuste del audífono o molde al CAE y posibles molestias.
- Fallas prematuras de los audífonos por daños de sus componentes electrónicos.