El cambio de las candidaturas opositoras en Venezuela es una realidad para lo que será las elecciones presidenciales del 2024.
El partido Primero Justicia (PJ), uno de los más grandes de la oposición, escogió como su precandidato a Henrique Capriles Radonski, dos veces candidato presidencial y exgobernador, para presentarse en las primarias opositoras que se realizarán en octubre.
El partido tenía otros dos precandidatos: Juan Pablo Guanipa y Carlos Ocariz, ampliamente conocidos en la esfera política, pero sin el mismo ‘ranking’.
Ambos reconocieron el triunfo de Capriles en la consulta interna que el exgobernador ganó cómodamente. Con este resultado, Capriles logra dar un avance significativo que lo dispone en un lugar un tanto privilegiado.
En 2012, en las últimas internas que realizó la oposición, Capriles venció con gran ventaja a candidatos más o menos similares a los que se va a enfrentar en octubre.
En ese entonces, la hoy extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD) organizó el evento comicial en el que el exgobernador dejó rezagado a Un Nuevo Tiempo (UNT) y a su candidato Pablo Pérez (que logró 30,3 % de apoyos).
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A Voluntad Popular (VP) de Leopoldo López (representado hoy en la figura de Juan Guaidó), quien prefirió retirarse antes del final de la campaña para darle su apoyo a Capriles.
Y también a María Corina Machado, quien recibió solo el 3,7% de apoyos en aquella oportunidad. Todas estos partidos o liderazgos se enfrentarán nuevamente a Capriles en las primarias.
Es decir, salvo la actual variante del ‘outsider’, el comediante Benjamín Rausseo, ‘El Conde del Guácharo’ –quien también ha sido infructuosamente candidato presidencial–, las corrientes políticas en la oposición siguen siendo similares.
Lo que ha cambiado son las condiciones en juego.
Candidatos e inhabilitados: ¿qué esperar?
En 2017, durante las ‘guarimbas’ –un levantamiento subversivo contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro–, Capriles fue inhabilitado por la Contraloría General de la República (CGR) para ejercer cargos públicos por un lapso de quince años.
Por ende, su candidatura es una incógnita cuyo riesgo está potenciado por el estancamiento de las negociaciones en México. Sin avance en las mismas, es muy difícil que la institucionalidad deshaga esta decisión.
Sin embargo, fuentes de PJ están confiadas en que sí va a ocurrir su habilitación, pero no aclaran si ha sido negociada, si se trata solo de un anhelo, o es un comodín para forzar otros escenarios no electorales.
Antes de que este escenario ocurra, todavía la opositora Comisión Nacional de Primaria no ha decidido si los inhabilitados podrán participar en las internas y qué ocurriría si alguno de éstos resultar ganador.
Por el contrario, el actual gobernador y también excandidato presidencial Manuel Rosales, de UNT, uno de los favoritos debido a su último triunfo electoral en un estado medular como el Zulia, sí está facultado.
Y aunque no ha lanzado formalmente su precandidatura, ha realizado eventos y declaraciones que permiten prever que sí lo hará.
Casi una docena de otros precandidatos también estarían habilitados para aspirar, como es el caso de Carlos Prósperi, del partido Acción Democrática (AD), y varios otros precandidatos de movimientos más pequeños.
Como Andrés Velázquez, Delsa Solórzano y César Perez Vivas, solo por nombrar algunos.
El comando de campaña de María Corina Machado, una de las candidaturas que mejor se ubica en las encuestas, afirmó que la líder de ultraderecha no está inhabilitada actualmente, ya que la sanción que recibió en 2015 le afectaba solo por un año.
La ‘ventaja’ de Capriles
El actual triunfo de Capriles en su partido, PJ, le da un primer impulso por sobre varios otros precandidatos.
Capriles cuenta entonces con una plataforma política y una maquinaria electoral que, a pesar de estar muy golpeada por los fracasos políticos, sigue siendo una de las más grandes de la oposición.
Lo que tendrá peso en una elección interna que no espera una elevada participación, sino que más bien podría resolverse con los votos duros de los partidos.
Sin embargo, es mucho lo que le falta. No solo tiene que vérselas en unas internas con un conjunto de candidatos que también tienen maquinaria.
Además, su liderazgo ha sufrido mucha erosión debido a su disputa con Leopoldo López y los radicales, que le reclaman no haber convocado a una insurrección luego de conocerse el resultado de las presidenciales de 2013 en las que perdió frente al presidente Nicolás Maduro por un margen de 1,5 %, poco más de 200.000 votos.
También debe esperar que la Comisión Nacional de Primarias decida si va a aceptar la candidatura de los líderes inhabilitados, resolución que podría dejarlo por fuera de la contienda.
Luego de eso, tendrá que hacer votos para que haya avances en México, una decisión que se encuentra sobre todo en Washington, porque se relaciona.
Según lo acordado en el segundo acuerdo firmado por las partes, en la liberación de los recursos bloqueados por diversos bancos europeos y norteamericanos.
Solo después que sortee estos obstáculos, podrá medirse en las presidenciales de 2024. Un largo camino que seguramente estará lleno de sorpresas y sobresaltos.
Con información de RT