La industria y los intereses políticos no pueden olvidar que el fútbol es de la gente. La identidad comunitaria del fútbol corre peligro.
El fútbol, como cualquier deporte, es de todos, pero el dueño principal es la gente. La apropiación del fútbol no responde a una persona sino a una colectividad social y universal que está fuera de la cancha, pese a que la misma cancha refleja que en un 11 contra 11 no existen individualidades sino una innegociable colectividad.
Sin embargo, hoy en día parece que muere la idea de que este deporte es de la gente, y se cometen atentados al corazón del fútbol, la gente.
No todo sucede en Europa, desde un partido en la esquina del barrio donde el dueño del balón se va molesto por perder, hasta en la manera en la que algunos clubes desaparecen de primera división por intereses políticos sin saber que borrar a un equipo es borrar parte de la identidad colectiva de una comunidad o de una ciudad que logra fundir los valores del club con su cotidianidad.
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Bien escribió el español Ignacio Pato: “El fútbol sin gente o cada vez más alejado de ella puede seguir siendo fútbol. Pero son nuestros ojos y la emoción de los aficionados los que le dan, como a casi todo, un sentido. El fútbol sin esa mirada no es apenas nada”. Sin esos ojos y esa emoción, tal como lo demostraron los partidos a puertas cerradas en la pandemia, el fútbol no se juega igual.
La industria, se hace cada vez más dueña de lo que es de la gente. El mercado de fichajes dominado por los clubes de Estado; porque si ahora el Estado también es dueño de equipos de fútbol y no solo de la administración pública y en algunos casos terribles de la misma democracia, este motor económico de compra y venta de jugadores no permite a la gente vincularse con sus “héroes” del balón.
En ese sentido, el fútbol, por más industria deportiva que sea, debe ser entendido con la gente y jamás sin ella. No se trata de un sortilegio público del fútbol sino de una vinculación más directa con la gente.
Faltan más iniciativas como el Seminario Internacional de Periodismo para Fútbol totalmente gratis que ofreció la Federación Venezolana de Fútbol o del costo accesible a los partidos de algunos clubes venezolanos.
Se trata de entender los valores que rezan en clubes como Estudiantes de Mérida, Zulia FC, Deportivo Táchira, Boca Juniors, Flamengo, Rayo Vallecano y Barcelona. Valores que forman parte de la identidad global de la gente.
El desarrollo económico del fútbol no puede detenerse. La colectividad como dueña de dicho deporte debe también cuidar y respetar el sustento económico de su club. La compra de entradas y productos oficiales del equipo permiten el desarrollo sustentable a largo plazo.
La premisa que debe morir, es la que tristemente se le escucha a muchos jugadores: “El fútbol me da de comer”. Si bien es cierto que quien se dedica a jugar vive de ello, es triste vivir solo para comer. Si está premisa no puede morir, quiere decir que toda la colectividad también se ve obligada a vivir para comer, porque el fútbol y la gente nunca viven situaciones distintas.