El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha optado por una postura firme para abordar las recientes revueltas en Nueva Caledonia, un territorio autónomo en el Pacífico.
Localidad que lleva dos días de protestas por parte de la población autóctona en la que han resultado cuatro personas fallecidas.
El más reciente de estos incidentes involucró a un gendarme que recibió un disparo en la cabeza y perdió la vida, simbolizando la grave violencia que se vive en el archipiélago.
También se registran enfrentamientos entre grupos de jóvenes armados y las fuerzas del orden, resultando en alrededor de cien heridos.
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En respuesta, Macron ha declarado el estado de emergencia, una medida excepcional que restringe algunas libertades y otorga a las autoridades un mayor margen de acción durante doce días para hacer cumplir la ley.
Así como la prohibición de manifestaciones, el cierre de lugares públicos y la imposición de arrestos domiciliarios preventivos.
Además, se ha anunciado el despliegue de refuerzos policiales para restablecer el orden, mientras que el presidente ha prometido ser “implacable” con aquellos que desestabilizan la situación.
Macron ha dedicado tiempo a abordar esta crisis, cancelando sus compromisos para coordinar con su equipo de defensa y enfrentar lo que ha sido descrito por su delegado en el territorio como una situación “insurreccional”.
Francia tiene actos violentos
La situación continúa siendo desafiante a pesar de los 140 arrestos realizados hasta el momento.
Los actos de violencia, como incendios de edificios y vehículos, ataques a hogares y saqueos, han sembrado caos y temor entre la población, especialmente los habitantes de origen europeo, quienes se encuentran en el foco de la ira de los autóctonos.
Las protestas tienen su origen en la aprobación en París de una reforma constitucional que busca modificar el censo electoral establecido en 1998 para evitar la disminución demográfica de los ‘kanakos’.
El Gobierno busca ampliar la inscripción electoral no solo a ciudadanos autóctonos, sino también a residentes que llevan al menos una década en el territorio, lo que podría diluir la influencia de la población indígena, que mayoritariamente apoya la independencia.
Esta situación deriva del cese del proceso de autodeterminación por parte de París, tras tres referendos que favorecieron que Nueva Caledonia permaneciera bajo dominio francés, a pesar de que el último, en diciembre de 2021, fue boicoteado por los separatistas.
Con información de EFE
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