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jueves, marzo 28, 2024

Juan Pablo I, el papa “sonriente” ya es beato

Este domingo, el papa Francisco presidió la ceremonia de beatificación de Juan Pablo I.


El papa Francisco beatificó el domingo a uno de sus predecesores, Juan Pablo I, un pontífice que sirvió brevemente y se distinguió por su humildad y buen humor, y cuyo fallecimiento repentino en su habitación en 1978 conmocionó al mundo y alimentó sospechas durante años sobre la causa de su muerte.

La ceremonia en la Plaza de San Pedro era la última formalidad en el Vaticano antes de que una posible santificación de Albino Luciani, un italiano que murió 33 días después de ser elegido como pontífice.

Juan Pablo I “comunicó la bondad del Señor con una sonrisa”, dijo Francisco en su homilía. El papa instó a la gente a rezar al nuevo beato para “obtener para nosotros la sonrisa del alma”.

Francisco aprobó el año pasado la atribución de un milagro a la intercesión de Juan Pablo I, la recuperación en 2011 de una niña de 11 años que estaba enferma de gravedad en Buenos Aires.

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Candela Giarda, ya una joven, dijo la semana pasada en una conferencia de prensa en el Vaticano a través de videoconferencia que le habría gustado asistir a la ceremonia, pero no podía porque se había fracturado un pie haciendo ejercicio en un gimnasio.

Francisco, sentado bajo palio ante la Basílica de San Pedro, dirigió una ceremonia marcada por el sonido de los truenos, el destello de los rayos y la lluvia que hizo que cardenales, obispos, el coro y miles de fieles en la plaza abrieran sus paraguas.

Breve pontificado

Cuando fue elegido pontífice el 26 de agosto de 1978, Luciani, de 65 años, era patriarca de Venecia, una de las posiciones más prestigiosas de la Iglesia. En ese puesto y en su cargo anterior como obispo en el nordeste de Italia, Luciani advirtió contra la corrupción, incluso en círculos bancarios.

En su breve pontificado, que concluyó con el hallazgo de su cuerpo en su dormitorio del Palacio Apostólico, Juan Pablo I estableció una forma sencilla y directa de comunicarse con los fieles en sus menajes, un cambio de estilo considerado como revolucionario dada la rigidez de la jerarquía eclesiástica.

Los que hicieron campaña para ponerle en el camino de la santidad recalcaron su profunda espiritualidad y sus incansable énfasis en virtudes cristianas clave como la fe, la esperanza y la caridad.

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