Aunque este trastorno es más común en los adultos, los niños también pueden padecerlo.
¿Síndrome de piernas inquietas? Quizás muchas personas solo con escuchar estas palabras lo terminan asociando a un movimiento involuntario de las articulaciones inferiores, y no está muy lejos de ello.
Científicamente, esto se define como un trastorno que se caracteriza porque el enfermo tiene una necesidad imperiosa de mover las piernas cuando está en reposo, no puede evitarlo.
Además, nota una sensación desagradable en las piernas, normalmente por debajo de las rodillas.
Los niños y Síndrome de las piernas inquietas
Aunque este trastorno es más común en los adultos, los niños también pueden padecerlo.
Estos tienen dificultades para quedarse dormido, lo que provoca que esté fatigado y somnoliento durante el día o, por el contrario, demasiado activo.
El síndrome de piernas inquietas suele producirse cuando la persona está sentada o recostada; y generalmente empeora con el paso de la edad, y puede incluso interrumpir el sueño.
Causas
Hasta la actualidad, no se conoce la causa exacta. Estudiosos de la materia señalan que podría deberse a una alteración relacionada con la dopamina, una sustancia del cerebro relacionada con el movimiento de los músculos.
No obstante, se cree que el 70% de los niños y adolescentes que lo padecen tienen un familiar de primer grado con el mismo problema.
De igual manera, si existen antecedentes familiares, los síntomas suelen aparecer antes de lo habitual.
Síntomas
– Necesidad casi irresistible de mover las piernas, en pocas ocasiones también pueden mover los brazos.
– Molestias y hasta dolor en las piernas.
– Aparición de los síntomas cuando se está parado, sentado o acostado.
– Alivio o desaparición de las molestias al moverse.
– Empeoramiento de los síntomas al final del día.
Diagnóstico
Realizar un diagnóstico en los niños no es fácil porque les resulta difícil describir lo que les está pasando.
No obstante, el médico le hará una historia clínica para valorar si los síntomas descritos por el niño y la familia coinciden con el síndrome y si existen antecedentes familiares, y una exploración para evaluar su estado general.
En caso de que el diagnóstico no esté claro puede que su médico le pida un análisis de sangre u otras pruebas.
Consecuencias
El trastorno puede provocar insomnio en los niños. Esas molestias les generan dificultades para quedarse dormido, y esto a su vez, provoca que esté fatigado y somnoliento durante el día o, por el contrario, demasiado activo.
Incluso, existen evidencias de que las molestias pueden alterar la capacidad de atención de los niños.
¿Qué hacer?
Ponerse de pie y moverse puede ayudar a que desaparezca la sensación de malestar temporal. También puede mejorar los cambios de hábitos y los medicamentos recetados por los especialistas.
Por ejemplo, las medidas de higiene del sueño pueden ayudar en los casos leves:
– Disminuir el consumo de chocolate y de refrescos estimulantes tipo cola.
– Establecer horarios adecuados y regulares de sueño.
– Evitar algunos fármacos (por ejemplo, antihistamínicos).
Es fundamental informar en el colegio, para evitar que el niño esté sin moverse todas las horas de clase. Se recomienda que se le deje dar un paseo de vez en cuando o que cambie de postura si lo necesita.
En ocasiones, el médico lo tratará con hierro si se demuestra que estas molestias son causadas por déficit en el organismo.
Si el problema persiste o se agrava de manera progresiva, puede ser necesario acudir a un especialista en alteraciones del sueño e iniciar tratamiento farmacológico.
Con información de: Diario 2001