Twitter ha sido una red social representativa en el mundo. Si bien no por tamaño, pues apenas cuenta con 1,90 millones de usuarios activos en Venezuela, frente a los 33 millones que visitan Facebook.
Pequeña, pero exclusiva, si se quiere. Por ello los distintos cambios que ha vivido desde la llegada de Elon Musk en octubre del 2022 han sido muy comentados. Y casi todos criticados.
Con la promesa de democratizarla, de quitarle su halo de anonimato y, por tanto, de mal uso en cuanto a cuentas bots controladas para manipular, atacar, comerciar, entre otras, llegó Musk a la plataforma.
Nada de eso ha cambiado aún. La pornografía y las cuentas controladas por “bodegas” aún pululan.
El más reciente y profundo cambio fue el fin de su logo y nombre, el último de los puntos que unían a Twitter con su génesis: ya no se “trina”, en corto, ya no está Larry, el pajarito azul, una movida que echó millones de dólares a la basura en valor de marca.
Twitter, o X, en poco tiempo será irreconocible. Elon Musk ha dejado en claro que llevará a la plataforma a convertirse en una superapp como WeChat en China.
Con información de El Nacional
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