En el contexto del Día Internacional de la Mujer, vale la pena recordar la historia de Virginia Torrecilla, una crack contra el cáncer.
Una historia que paralizó y sigue paralizando a los amantes del fútbol es la de Virginia Torrecilla, la jugadora de fútbol cuyo título más grande de su palmarés ha sido vencer el cáncer.
En el Día Internacional de la Mujer, la historia de la centrocampista española es una que vale la pena repasar como ícono de la feminidad en el mundo deportivo.
Fútbol, una pasión con la que se nace
“Mi madre me ha dicho que siempre estuve con un balón en los pies”, confesó en una ocasión la jugadora del Atlético de Madrid. Torrecilla tiene 28 años de edad, nació en Mallorca, España, y es una de las mejores centrocampistas del fútbol mundial. Empezó su carrera a muy temprana edad. “Me apunté al fútbol a los 9 años y lo hice a escondidas de mi padre”, manifestó Torrecilla para The Women’s Football Channel.
“Mi padre, obviamente, no quería que jugará fútbol por el hecho de que fuese niña. Él tenía miedo de que la pasara mal porque la gente hablaría mal de mi”, explicó la jugadora, quien fue compañera de la venezolana Deyna Castellanos.
El Unión Deportiva Collerense fue el club que vio debutar a la pequeña Virginia en el fútbol profesional. Tiempo después, la mallorquina debutó en la primera división femenina del fútbol español antes de cumplir los 15 años. En 2019, tras un gran mundial, fichó por el Atlético de Madrid.
El 21 de mayo de 2020, Virginia Torrecilla fue diagnosticada con cáncer. Le fue encontrado un tumor en el cerebelo en pleno desarrollo de la pandemia. La misma Virginia compartió en sus redes sociales una foto desde la camilla del hospital.
“Yo noto que me duele mucho la cervical y cuando voy al médico la doctora me dice: ‘Vamos a hacerte un TAC de cabeza’. Luego me dicen que tengo un tumor en el cerebelo, pero que era benigno”, resalta la crack española sobre cómo recibió la noticia.
Para desgracia de Torrecilla, el tumor resultó ser maligno. Luego de haber sido operada por 10 horas en Pamplona, la española debía ser sometida a quimioterapias para combatir el cáncer. El mundo del fútbol femenino y masculino se paralizó, los jugadores del Atlético de Madrid comenzaron a dedicar sus goles a la luchadora.
“Tengo que decir que la palabra cáncer obviamente es muy fea. Yo la asociaba con la muerte, no puedo mentir”, remarca Virgina Torrecilla en entrevista con el portal Elle.
Según la propia jugadora, en un principio no sabía a qué se estaba enfrentando al menos durante el primer día. “Viví un poco en la ignorancia de todo ello y mis primeras 24 horas fueron un poco en shock. Creo que no recuerdo haber llorado o no recuerdo tener el dolor de saber que me estaba exponiendo a una enfermedad tan grande”, contó.
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Tal como reseñó el medio español Relevo: “Virginia pasó de ser la mejor futbolista española del pasado Mundial —Francia 2019— y el fichaje estrella del Atleti a cogerle miedo al fútbol y rozar los 46 kilos”.
Fueron 30 sesiones de quimioterapia a las que sometió la centrocampista de las colchoneras. Un cambio radical en su cuerpo y estilo de vida donde, además, debía lidiar con los cuidados de la pandemia y quedar alejada de las canchas y sus compañeras.
“Cuando pierdo el pelo, me doy cuenta de que la Virginia de antes ya no existe. Que sí, que tenía el mismo nombre y era futbolista, pero que realmente estaba viviendo una vida que jamás hubiese pensado”, asevera.
Una nueva tragedia para Virginia
“Voy un día en el choche con mi madre, ella debía regresar a Mallorca. Recuerdo encontrar un atasco y el sonido de las bocinas y vi a mi madre ensangrentada, con una brecha muy grande en la frente…”, así relata Torrecilla los vagos recuerdos de un accidente vehicular junto a su madre.
”Ella decía: ‘No siento las piernas, Virginia’. No sé cómo lo hice, pero llamé a mis compañeras y justo estaban a 200 metros del accidente. Fueron ellas las que me sacaron a mí y a mi madre el coche”, contaba entre lágrimas la jugadora pare un medio español.
La madre de Virginia tuvo que ser intervenida. “Llegó mi padre y fuimos a ver mi madre. Ella era consiente hasta que la durmieron. Ver a mi madre así me hizo morir en vida”, especificó Virginia para The Women’s Football Channel. La madre de Torrecilla perdió la movilidad de las piernas tras el accidente.
“Podría vivir el cáncer hasta 30 veces más, si mi madre pudiera volver a caminar”, puntualiza.
Un regreso emotivo a las canchas
La mediocampista del Atlético de Madrid ingresó en los últimos minutos de la final de la Supercopa de España, en la que su equipo perdió por 7-0 ante el Barcelona de su íntima amiga Alexia Putellas, en enero de 2022.
“Ha sido algo muy especial, que no olvidaré nunca, independientemente del resultado. Lo que han hecho mis compañeras, el equipo y el cuerpo técnico para que yo esté aquí el día de hoy es increíble”, subraya la jugadora de 28 años una vez terminado el partido que se disputó en el Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
En su redebut, el público cantaba el nombre de Virgina durante todo el partido. El regreso más emotivo del fútbol mundial en una final donde el verdadero título fue ver a Torrecilla pisar el campo. La del Atlético terminó siendo cargada por sus compañeras y rivales.
Alexia Putellas, rival en el campo y hermana en la vida
La mejor jugadora del mundo es sin duda la catalana Alexia Putellas del Barcelona, rival del Atlético de Madrid en la Liga F de España. Implacable en el terreno de juego, pero profundamente humana fuera de los 90 minutos.
Según Torrecilla, Putellas fue de las más cercanas durante su proceso, pese a no jugar en el mismo equipo. “Para mí, Alexia es como una hermana. Tanto ella como su familia”, contaba la centrocampista para el medio Relevo.
“Vir, sigue adelante, que ya no te queda nada. Sigue adelante, que tenemos que seguir. Aparte, tú tienes que volver a jugar al fútbol, volver a competir y, sobre todo, tenemos que volver a encontrarnos en el campo”, escribió Alexia Putellas a Virginia Torrecilla en WhatsApp.
La jugadora contó al medio Relevo: “Alexia también fue la voz de calma que sonó al otro lado del teléfono. Me acuerdo mucho de ese día, a Alexia se le caían las lágrimas. Estábamos hablando por WhatsApp y es ella la que me llama y me pregunta que qué tal estoy y yo le digo: ‘Estoy muy mal, Ale. Ya no aguanto más’. Entonces, me llamó por teléfono y nos pusimos a llorar con mi madre”.