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viernes, noviembre 22, 2024

Madonna resucita en Barcelona porque la reina del pop nunca muere


Cuando la transgresión era una reafirmación colectiva y aún no todo estaba inventado, Madonna se incrustó en el imaginario cultural como una salvadora.

Fue el primer puñetero Delacroix de carne y hueso, la pura libertad salvando al pueblo y la más icónica artista internacional de nuestro tiempo, amada por su descaro; la auténtica mesías de un mundo machista y represor que ella sabía que empezaba a hacer aguas.

Es la sexta vez que Madonna visita Barcelona. Foto/Cortesía

La leyenda absoluta se ratificó con creces en un Palau Sant Jordi lleno hasta los cimientos y con un público tirando a la cuarentena alucinado por estar viendo a una de las estrellas más transcendentales de la historia de la música.

Era la sexta vez que la americana visitaba Barcelona pero cuando se anunció The Celebration Tour ya se sabía que se avecinaba un repaso celestial de proporciones bíblicas.

Fue un hito equiparable al paso fugaz del Cometa Halley y ella cogió las riendas del firmamento, se lo puso en los hombros e hizo lo que mejor sabe hacer: ser Madonna

Madonna la leyenda que nunca muere

En el instante en que su figura empezó a vislumbrarse se paró el tiempo, y el público olvidó las largas acumulaciones y los más de 80 minutos de retraso bajo la mítica de que todo lo bueno se hace esperar. 

La canción Celebration dio el acertado pistoletazo de salida a un concierto hiper estimulante hecho para el recuerdo y que honra las cuatro décadas de la artista en los escenarios. 

El Palau Sant Jordi se rindió antes los pies de la “Reina del Pop”. Foto/Cortesía

De los ochenta a nuestra actualidad, el espectáculo se movió en un travelling artístico sin pausas que por momentos remitía a una ilusión de flashback constante: Everybody, Into the grooveHoliday o Open your heart se convirtieron en un maravilloso prólogo nostálgico, pero la auténtica chulería llegó con Like the prayer y su recreación performativa en forma de encapuchados y crucifijos.

La canción es un manifiesto de feminidad pop antirracista que le costó a la diva numerosas críticas y que cuya polémica, lejos de achantarla, solo la hizo más fuerte.

Allí se forjó la Madonna que traspasaría fronteras y provocaciones, alentada para liderar el escándalo y remover los cimientos del status quo. Allí la leyenda se volvió piedra.

“Barcelona! Oh god, it’s good to be here. I love this city!”

Barcelona! Oh god, it’s good to be here. I love this city!” (Barcelona! Oh, dios, es maravilloso estar aquí. ¡Amo esta ciudad!), dijo Madonna en inglés, porque su castellano sucks. “Esta es la historia de mi vida”, añadió; “esta soy yo”. EroticaFeverHuman NatureSurvive Don’t tell me, todo fueron temas conocidísimos repensados para homenajear a la referente suprema de todas las que la han seguido. 

Madonna celebró en Barcelona la diversidad. Foto/Cortesía

Es imposible ver a cualquier artista femenina contemporánea y no pensar en Madonna porque con Madonna empezó todo. Todo lo que hagan Britney Spears, Beyoncé o Lady Gaga, ella lo hizo antes.

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La reina del pop se creó a sí misma en la vanguardia, siempre un paso por delante, el fuego en los ojos, la bravuconería de no bajarse del burro frente a la injusticia, precursora en sacarle los colores al público y pionera en denunciar el privilegio del poder.

Con información de El Nacional Cat

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