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viernes, abril 26, 2024

Niños y adolescentes venezolanos han pensado en el suicidio

En 2021 se quitaron la vida 340 personas, 11% más que el año anterior, según datos del Observatorio Venezolano de Violencia.


Hablar de suicidio es difícil. Es doloroso, muy doloroso. También es un tema tabú del que muchos prefieren no decir ni una palabra. Pero cada vez se hace más necesario hablar del tema, no solo en familia, también en las escuelas.

En los últimos meses, en redes sociales se han reportado casos de jóvenes en el país que han intentado quitarse la vida.

Uno de los más recientes fue el de un joven de 15 años de edad que saltó al vacío desde el último piso del Centro Comercial Sambil, en Caracas. Pero hay muchos más en todo el país.

En febrero de este año, dos jóvenes de 13 y 22 años de edad intentaron quitarse la vida en Táchira. La primera tomó un número no precisado de pastillas para dormir, mientras que la segunda ingirió un cóctel de pastillas de acetaminofén mezcladas con ibuprofeno. Ambas fueron llevadas de emergencia a centros hospitalarios para ser atendidas.

En marzo, un adolescente de 14 años de edad fue hallado sin vida en su habitación en Maracaibo, estado Zulia. El joven utilizó una soga para ahorcarse.

El Anuario de Mortalidad publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) es una fuente que permite conocer las muertes por suicidio, pero el último se publicó en 2014, cuando se registraron 162.125 muertes, de las cuales 569 fueron por suicidio.

Organizaciones como Cecodap o el Observatorio Venezolano de Violencia recopilan información de casos que atienden y que reportan medios de comunicación, respectivamente, y publican informes anuales con los casos de suicidio o ideación suicida en el país.

En 2021, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) registró 340 casos de presuntos suicidios en todo el territorio nacional, lo que representa un incremento de 11% en comparación con el año anterior, cuando identificó 306 casos.

Los estados que presentaron un incremento significativo fueron Mérida (de 18 a 45), Guárico (de 17 a 38) y  Delta Amacuro (de 1 a 9).

Cecodap registró a través de su Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia 589 casos por alteraciones del estado de ánimo, de los cuales 156 corresponden a ideación suicida (pensamientos de muerte, gestos suicidas, ideación suicida estructurada o no estructurada).

Esto representa un incremento de 112,32% en comparación con 2020, cuando se presentaron 72 casos de ideación suicida, de acuerdo con el último informe de la ONG.

Mayo fue el mes en el que se registró la mayor cantidad de casos de ideación suicida, con 17 reportes. Le siguen febrero, junio, octubre y noviembre con 16 cada uno. Con respecto al rango de edad, 65% de los casos con ideación suicida corresponden a niños, niñas y adolescentes (de 5 a 17 años), mientras que 35% son personas adultas (de 18 años en adelante).

“El aumento del suicidio en jóvenes, incluyendo niños y adolescentes, tiene una incidencia importante en este momento, sobre todo si lo comparamos con años previos. Esto nos permite decir que a pesar de que hay un conjunto de factores desencadenantes que pueden tener un origen individual, lo cierto es que la emergencia que vive el país tiene una incidencia importante en cuanto al suicidio de jóvenes”, explica Abel Sarabia, coordinador adjunto de Cecodap.

En el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap –explica Sarabia– los casos relacionados con las alteraciones en el estado de ánimo representan 40% de las consultas que atienden en comparación con 2019, cuando representaban 22%.

«Cuando miramos este panorama decimos ¿cómo es que en el lapso de dos a tres años, prácticamente, se duplica el número de casos que están asociados a esta problemática? Esto tiene que ver con que durante ese periodo de tiempo el deterioro de las condiciones de vida aumentó y el impacto que ha tenido la pandemia dentro de todo este entramado de circunstancias lleva a que las personas se vean al límite», señala.

Señales de alerta y prevención

Aunque cada situación es particular, hay algunas señales a las cuales hay que prestarles mucha atención. Entre ellas están los cambios bruscos de humor: fluctuaciones intensas entre alegría, tristeza o rabia, y cambios importantes en la rutina, tanto de comportamiento como de hábitos, por ejemplo, dormir en exceso o dejar de dormir, y comer en exceso o dejar de comer. «Una persona deprimida no necesariamente va estar bajo perfil, con baja voluntad o energía. También puede estar irritable, poco tolerante, puede aislarse, responder de maneras poco usuales», explica Patricia López, psicólogo infantil.

López añade que también es importante estar atento de las publicaciones en redes sociales o conocer el historial de búsquedas en internet de niños, niñas y jóvenes. «Los adultos deben tener cierto control parental. Esto puede dar pistas sobre algo que estén buscando en particular, puedes ver si el chico está buscando sobre ideación suicida, muerte o cuestiones más filosóficas: por qué estoy aquí, cuál es mi propósito», indica.

Con información de: EN

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